No se trata de "Sálvame" ni de una versión frívola de "Supervivientes", aunque sí hay un SOS que lanzar y los protagonistas sobreviven, en este caso en pareja. La historia de Manuel y Sandra es tan real como dura. Ambos dan el perfil de los perdedores, aquellos que, por las razones que sean, han caído del lado de los parias. Desde el pasado mes de febrero "residen" en una caseta de campaña en la playa de Las Teresitas, concretamente en el entorno de la Cofradía de Pescadores. Son personas en exclusión social, al menos "de facto", que piden ayuda en forma de un alquiler asequible. Y son del país.

En efecto, Manuel, de 42 años, aunque aparenta más, es de Ofra, en concreto de Chimisay Bajo. Sandra, de 49, con un 70% de grado de discapacidad y aspecto de sesentona, natural de San Andrés, aunque ha vivido en La Salud. Ambos forman pareja y decidieron dejar el Albergue Municipal para buscarse la vida en el pueblo de ella. Intentaron entrar en una casa que Sandra considera parte de su herencia, pero la encontraron "completamente desmantelada". Eso les llevó a la arena de la playa, donde comparten la vida cotidiana con su fiel perro Dino. Prácticamente a la intemperie con cuatro trapos y una silla de madera (gentilmente cedida al visitante, por cierto) como único mobiliario.

Ellos dicen que "la UMA del Albergue nos ayuda y nos han visitado, pero asistentes sociales no hemos visto. Nos dicen que nos dan ayuda para el alquiler social por un año pero las casas aquí son como mínimo a 450 euros mensuales. Si solo entra lo que cobro yo, dice Manuel, no sé cómo lo vamos pagar. Nos veríamos otra vez en la calle y hay casas vacías del ayuntamiento donde podrían permitirnos quedar. Y conseguir un trabajo que es lo que me hace falta. Creo que se pasan un poco la pelota de un lado a otro. Además, parece que la encargada de decidir sobre las ayudas en el ayuntamiento está de vacaciones".

Manuel tiene una paga de 426 euros, pero debe abonar 300 cada mes para la manutención de sus dos hijos, fruto de una relación anterior. Se dedica a aparcar coches en la playa para ganar unos euros.

Sandra no ingresa nada pese a la discapacidad y a que "me aprobaron una indemnización de 7.000 euros porque me arrastró la riada del 2002 y estuve cuatro horas en el mar hasta que me rescató la Guardia Civil". No aclara por qué, pero lo cierto es que "no veo ni un euro", dice.

La vida cotidiana en la paya "es difícil sobre todo cuando llueve o hace frío como el pasado invierno. También porque "hay gente mala como los que nos quemaron la caseta con cigarros". Por contra, "un vecino nos regaló esta y la gente del pueblo nos trae lo que puede, mantas o comida. Incluso me han ofrecido trabajo, pero si me busco otro sitio para subsistir. Cómo trabajo si vivo donde vivo. Aquí se conoce todo el mundo y no daría una buena imagen".

Fuentes de Asuntos Sociales manifestaron conocer el caso y estar trabajando ya en su solución de forma discreta "como siempre hacemos". De momento, Manuel y Sandra forman una pareja de supervivientes en Las Teresitas.