La frase es de un habitual de la crítica a casi todo lo que se hace habitualmente en la ciudad de Santa Cruz. En esta ocasión, sin embargo, gira su discurso de manera radical: "Yo no sé de quién fue la idea de plantar flamboyanes pero lo cierto es que están preciosos. Así que a plantar más. Qué raro que pueda echar un piropo. No sé de quién fue la idea, pero que es una persona de mucho gusto. Así que a copiarse".

La reflexión viene a cuento por el florecimiento de esa "fuerza roja" del título que nada tiene que ver con la ideología sino con la naturaleza en estado puro. Durante este mes, diversos puntos de la capital tinerfeña lucen sus mejores galas gracias a la proliferación de ejemplares de la Delonix regia, su nombre científico.

El sol es su gran aliado a la hora de desarrollarse en toda su plenitud e influye en el colorido de unos ejemplares que del rojo pasan al naranja y, a veces, incluso al amarillo. En agosto se acabará el florecimiento y estos árboles de entre 8 y 12 metros de altura dejarán de ser la sombra ideal de la canícula como corresponde a su copa "aparasolada".

De vuelta a la reflexión inicial, la idea de traerlos a Santa Cruz realmente no fue de nadie en concreto. Originario de Madagascar, donde curiosamente está en peligro de extinción, se cree que el árbol fue introducido a lo largo del siglo XIX. Aquí, por el contrario, cada vez hay más para aportar a la ciudad ese habitual color del mes de julio: la fuerza roja del verano.