Un sistema económico basado en una explotación ilimitada de los recursos que la naturaleza ha regalado al hombre y que, como principal criterio a seguir, sea un beneficio económico desmedido conlleva a la irracionalidad de ciertos desalmados que van dejando a las Islas convertidas en un paisaje indeseable fruto de una explotación excesiva. El enriquecimiento de unos pocos acaba por transformar las fértiles tierras en páramos interminables. Contemplemos con atención esos sures y medianías de todo el Archipiélago canario para tomar conciencia de que el abandono irresponsable, fruto de la adoración al cemento, ha conducido a una dependencia total y peligrosa del turismo, dejando en la cuneta un desarrollo de la agricultura que disminuye año tras año de manera significativa, aumentando, preocupadamente, esa total entrega a lo que llegue del exterior. Esto es, el sector primario gira en torno a una dejadez casi absoluta. Exceptuando el plátano, el tomate, poca vid y algunos cultivos tropicales de la isla de El Hierro (exquisitos, pero apenas llegan para un "miniautoconsumo"), estamos ante lo que se define como situación insostenible. Imaginemos que, por impredecibles circunstancias, pero que pueden convertirse en realidad, los vientos alisios se desvíen de su histórica trayectoria que empapa a Canarias. Un desplazamiento del anticiclón de las Azores puede provocar un inesperado desastre, con lo cual el envidiado clima del que disfrutamos puede sufrir un serio e irreversible revés. Es decir, se reduce drásticamente el negocio del sector turístico y, a la vez, buena parte de la superficie cultivada se merma aún más. No se podrá recurrir ni a lo uno ni a lo otro.

Tenía que fraguarse en El Hierro el protagonismo que puede desempeñar Canarias como modelo de agricultura sostenible en toda la Macaronesia. Y es que en la séptima Isla conocen muy bien lo que significa la convivencia de la actividad económica con la mejora del sistema ambiental (Gorona del Viento). El consejero de Agricultura del Gobierno de Canarias, Narvay Quintero, natural de El Hierro, se ha marcado, entre otros cometidos, un fin: potenciar la especialización agraria a través de la formación y colaboración internacionales. Así pues, se contempla la posibilidad de que sea en Canarias donde se desarrollen unos cursos a partir del próximo mes de octubre dedicados a este importante asunto dirigidos a expertos en agroecología, una disciplina que busca sistemas productivos económicamente viables, socialmente justos y sostenibles, todo lo contrario a lo que hoy se valora en los archipiélagos macaronésicos.

Lo que casi nadie entiende es cómo es posible que con los 260 millones de euros que Europa envía a las Islas cada año, la agricultura canaria esté en caída libre, perdiéndose, en los últimos tres años, más de 15.000 puestos de trabajo. Mientras que los europeos nos ayudan, desde Madrid, como es tradicional, se olvidan de las Islas "por falta de recursos". Hasta en el sector del plátano la crisis es grave: de las 360.000 toneladas de 1996, se han pasado a 94.000 en 2015. La población agrícola envejece y la gente joven marcha en busca de un trabajo en cualquier hotel. Estamos en el lado opuesto a lo que sucede en la civilizada Europa, donde el agricultor está protegido, mimado y con incentivación a los jóvenes.

En Canarias se necesita un cambio de valores. Volvemos a insistir sobre lo escrito al principio de este artículo: el desarrollo sostenible debe sintonizar con la utilización de los recursos sin perturbar los elementos primordiales del funcionamiento de la naturaleza. Son difíciles los cambios de modos. Y los caminos pueden encontrarse en los citados cursos a desarrollar en las Islas. El intercambio de conocimientos, las relaciones entre las administraciones macaronésicas, la seguridad de que el medio ambiente depende de las actuaciones humanas de hoy, convencer a los empresarios de un necesario cambio en los comportamientos, el convencimiento por parte de todos de que el sector primario debe ser protegido y ayudado..., como se hace ahí fuera. Alguien, con las ideas claras, es el autor del mensaje con el que acabamos estas líneas dedicadas a aquellos que con sus actitudes se han cargado la agricultura canaria: "No te comas las semillas con las que has de sembrar la cosecha del mañana".