Las Islas no solo representan un reclamo para los rodajes por sus ventajas fiscales, sin duda sustanciosas. También suponen un atractivo por sus excelentes condiciones naturales, las del paisaje y las propias de sus gentes.

Y es que existe un capital humano y unas localizaciones fantásticos. El ejemplo, la experiencia que se vivió el pasado domingo en el edificio del Real Casino de Tenerife, convertido en escenario el rodaje del cortometraje titulado "El extraño caso del socio 401".

El emblemático edificio, que asoma señorial y orgulloso a la plaza de La Candelaria, representa en sí mismo un valor arquitectónico e histórico de la capital, como el Palacio de Carta. Lástima la desaparición de elementos característicos del antiguo Santa Cruz (como el Café La Peña, El Cuatro Naciones), elementos del ornato público o la tipología de casas terreras o edificios burgueses que se han ido sustituyendo por edificaciones de nueva planta.

El corto estaba previsto rodarlo "el mes de marzo o abril", señala Gambín, pero el azar, la casualidad o la alineación astral quisisieron que tuviera lugar el domingo, 17 de julio.

La idea, según explica el guionista, no es otra que la de "lanzarlo y llegar lo más lejos posible".

Y hasta aquí puedo leer, porque no se trata de descubrir la trama de un cortometraje que utiliza el ardid de la ficción para viajar en el tiempo y con el que Gambín se estrena en el mundo audiovisual.

El director, Luis Adern, sostiene que tenía la intención de poner a Mariano Gambín en contacto con el "lenguaje cinematográfico", con el propósito de que entendiera cómo se mueve el mundo audiovisual, cómo se multiplican los tiempos en el cine, después de trece horas de rodaje.

A propósito, explica que para muchas de las personas, tanto intérpretes como técnicos, este corto representaba una "opera prima". Fue el caso del presidente de la sociedad, José Alberto Muiños; la gerente, Raquel Gutiérrez, y el ordenanza, Jeremías Hernández, que se interpretaron a sí mismos. "Después de realizar una prueba de cámara", y matizar leves detalles, "la verdad es que lo hicieron bastante bien y me quedé tranquilo", subraya el director. Raquel Gutiérrez le aseguraba que a partir de esta experiencia vería el cine de "diferente manera".

Las posibilidades que representaba para la ambientación del corto un lugar como el Real Casino fueron "excepcionales", destaca Luis Adern, quien no pierde la oportunidad de agradecer a la sociedad y su directiva las facilidades ofrecidas.