El agua es como el aire, un medio que transporta vida o que la impide si no es tratada adecuadamente.

Luis F. González Sosa. CEO de TAGUA

Ya sabemos que hay un "día de..." para casi todo lo que se nos ocurra, pero ¿sabías que el 19 de noviembre se celebra el Día Mundial del Retrete. Sí, sí, como lees. Del retrete. Y está impulsado por la ONU. ¿Te has planteado cómo sería tu vida sin tu cómodo váter? Desde nuestro trono de porcelana, móvil en mano, echamos un vistazo a los problemas del mundo, sin percatarnos de que millones de personas carecen de algo que nosotros tenemos tan normalizado en nuestras vidas que nunca nos hemos percatado de su importancia. De hecho, es muy posible que estés ahora mismo leyendo estas líneas cómodamente sentado en él.

Cuando conocemos que 800.000 niños mueren cada año por diarrea, nuestra sonrisa inicial se empieza a torcer un poco. O que la mitad de las muertes que se producen en el mundo de menores de 5 años se debe a deshidratación o desnutrición. La falta de saneamiento y la defecación al aire libre elevan la incidencia de la diarrea y facilitan la diseminación de parásitos intestinales, lo que conduce a la desnutrición.

En este sentido, el pasado 19 de noviembre, con ocasión de la celebración de este señalado día, el secretario general de la Naciones Unidas, Ban Ki-moon, nos recordó que "las deficiencias en el saneamiento y la higiene son un elemento crucial de la enfermedad y la malnutrición". Por ello, es necesario hacer un llamamiento a la comunidad internacional para iniciar un debate abierto sobre la importancia de los retretes y el saneamiento para mejorar la salud y el bienestar de un tercio de los habitantes del planeta.

Uno de los incansables defensores de la importancia del agua (y su adecuado tratamiento) en nuestro archipiélago, mi amigo Luis González, nos recuerda que "el saneamiento no es un problema de conocimiento para evitar el impacto medioambiental de nuestras actividades, sino el reflejo de nuestra insensibilidad cuando no lo abordamos". No es admisible que nuestros mares se vean amenazados por nuestros desechos por una inadecuada gestión y tratamiento de las aguas fecales.

A fin de cuentas, el acceso universal al agua limpia, más allá de ser un derecho humano universal, es la base del mundo en el que queremos vivir. Sin embargo, para 2050, en torno al 25 por ciento de los habitantes del planeta probablemente viva en un país afectado por escasez crónica y reiterada de agua dulce. Paradójicamente, en nuestro planeta azul hay suficiente agua dulce para lograr abastecer a todo el mundo, pero la nefasta planificación económica, la falta de determinación política y unas deficientes (o inexistentes) infraestructuras nos han impedido alcanzar el objetivo, que ahora conforma uno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la agenda 2030 de Naciones Unidas.

Particularmente en Canarias, deberíamos estar concienciados de este acuciante problema, y preocuparnos mucho más en aumentar la utilización eficiente de los recursos hídricos en todos los sectores y asegurar la sostenibilidad de la extracción y el abastecimiento de agua dulce para hacer frente a la escasez de agua y reducir sustancialmente el número de personas que sufren de escasez de agua. La agricultura y el turismo, dos sectores que acaparan directa o indirectamente la práctica totalidad del desarrollo económico de las islas, deben marcar el camino de la optimización de un recurso tan valioso como escaso. Los hoteles de nuestro archipiélago siempre se han diferenciado por su particular sensibilidad por este tema, y el ahorro de agua ha sido el primer paso hacia la sostenibilidad energética de nuestros enclaves turísticos.

Por su parte, las plantaciones agrícolas deben encaminar sus esfuerzos a la optimización de los ciclos del agua, para garantizar una calidad óptima de los cultivos, utilizando la menos cantidad posible de agua. Pero para ello es necesaria la investigación y la coordinación público/privada y la transferencia de conocimiento desde las Universidades hasta los sectores productivos.

Para 2030 debemos haber conseguido ampliar el impacto de la cooperación internacional y el apoyo prestado a los países en desarrollo para la creación de capacidad en actividades y programas relativos al agua y el saneamiento, incluidos el acopio y almacenamiento de agua, la desalinización (que de eso también sabemos algo), el aprovechamiento eficiente de los recursos hídricos, el tratamiento de aguas residuales y las tecnologías de reciclaje y reutilización. La adecuada coordinación entre las políticas públicas y el apoyo del empresariado, y el uso sostenible de las nuevas tecnologías y los avances en I+D+i, unido a la mayor concienciación de la sociedad harán que el objetivo cada vez esté más cerca.

*Profesor de Ética de la Universidad Europea de Canarias