Conjugar los suspensos de los hijos con las vacaciones de verano no es una tarea fácil para muchos padres. No hay una fórmula mágica, pero anteponer la calidad del aprendizaje a la cantidad de horas, planificar el estudio y motivar al alumno pueden ayudar a resolver esta ecuación.

Al menos estas son algunas de las recomendaciones que el profesor de Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) Guillermo Bautista apunta para estos casos.

Las dificultades para aprobar ciertas asignaturas comienzan ya en la Primaria; y al terminar la ESO, el 34 % de los alumnos españoles ha repetido curso alguna vez, según la OCDE.

El dato contrasta con la media de los países de esta organización internacional, que es del 13 % entre los alumnos de 15 años.

Sobre el papel de las familias con hijos en esta situación, Bautista indica, en declaraciones a , que tiene que ser doble: "Ayudaremos a nuestro hijo en todo lo posible y supervisaremos que se cumplan tanto el plan como los logros parciales".

Esto ayudará tanto a los hijos como a las familias a tranquilizarse, pues recuperar las asignaturas durante las vacaciones no se convertirá en lo más importante del verano. Nunca se debe olvidar que esta época debe servir para acometer el próximo curso "con energía", argumenta este profesor.

Y que estudien en compañía de otros compañeros de clase también suma, añade Bautista, siempre que ambos saquen provecho de la experiencia.

Pero una buena planificación no significa "pasar ocho horas diarias estudiando", por lo que aconseja relacionar lo que se aprende con aquellas actividades que se llevan a cabo durante las vacaciones.

Sin embargo, no será fácil que lo hagan de forma autónoma, por eso las familias deberán ser quienes lleven a cabo estas propuestas y las gestionen con sus hijos.

En este sentido, Bautista aconseja vías más entretenidas para aprender que ponerse simplemente a estudiar delante de unos apuntes. Por ejemplo, relacionar la historia con el cine, visitar museos o hacer excursiones.

Un "sistema de recompensas", agrega, también puede ser una buena forma de motivarlos, pero advierte de que hay que casarlo con una convicción interna del propio estudiante para "superar este fracaso".

La motivación por el estudio es probablemente el factor más complicado de estimular, reconoce Bautista, especialmente porque un porcentaje importante de estos alumnos están desanimados por una sensación de cierto "fracaso" por las notas escolares.

Así, las familias tienen que tratar de desarrollar tanto "la motivación externa como el gusto por aprender" de los hijos, concluye Bautista.

Por su parte, el presidente de la Asociación Aragonesa de Psicopedagogía, Juan Antonio Planas, constata que afrontar los reveses académicos "siempre cuesta", tanto a padres como a hijos, pero nunca hay que dejar que se conviertan en una "penitencia" para toda la familia.

"Un contacto continuo durante el curso académico" entre docentes, padres y alumnos es la mejor receta para evitar el fracaso académico, según comenta a .

Pocos remedios efectivos pueden aplicarse al llegar el mes de junio porque es durante el curso cuando se puede analizar con detenimiento qué está fallando, advierte.

A pesar de todo, "un plan conjunto en familia" que compagine las actividades de ocio con los deberes es la mejor solución para conciliar verano y suspensos, propone Planas.

Además, aconseja a los padres intentar "aprender de los suspensos" de los hijos para valorar cuáles han sido las circunstancias que han llevado a tal situación.

Este experto reprocha que el sistema educativo "no diferencia" al alumno con mucha capacidad intelectual pero no desarrolla todo su potencial de aquel que no llega al aprobado aunque pone todo el esfuerzo en conseguirlo.

Por eso, quizás analizar los suspensos con los hijos, explica, sirva para que un padre se dé cuenta de que el colegio al que asisten "no es el más ideal", ya sea por el método pedagógico o por la forma de aprender del alumno.