Una explosión de color y formas llenas de movimiento presiden la última colección de pinturas del artista tinerfeño Carlos Octavio Jorge González (Santa Cruz de Tenerife, 1945), "Garajonay. La selva de Canarias", que se desarrolla, hasta el próximo 29 de julio, en la sala MAC de la capital chicharrera, comisariada por Mónica Jorge, donde presenta veintitrés obras de diverso formato, realizadas al óleo, aunque también están presentes las técnicas del acrílico y la acuarela.

Este reivindicativo pintor, defensor a ultranza de la naturaleza y el medio ambiente, rinde tributo de esta forma a la isla colombina a través de la evocación plástica de su pulmón por antonomasia. "Refleja lo impresionante que es el Garajonay. Esta selva del Jurásico cuyos endemismos, su fauna y su flora, no hay en ninguna otra parte del mundo", matizó este amante del entorno natural que algunos están empeñados en cargárselo, según consideró.

"La laurisilva, los brezales, las helecheras y los saucos son reflejados en su riqueza, diversidad y belleza, con unas pinceladas distintivas, cuyo colorido juega con las luces y sombras propias del Parque Nacional", comentó el crítico de arte Luis Ortega Abraham en la apertura de la exposición.

La representación pictórica de este singular espacio natural de La Gomera ha encontrado en este artista a un fiel aliado, que ofrece una visión mágica de este enclave. "Cada pintor representa de diferente manera el Parque y la magia que emana de forma que cada espacio te evoca algo diferente. Es una visión actualizada que transmite lo que el paisaje tiene, pero diferenciando lo que conoce cada uno. Cada obra forma parte de un conjunto que se identifica con el resto y transmite esa magia de la selva de Canarias que es el Parque de Garajonay".

La luz que impera en este paraje gomero está dominada por el claroscuro, por esos rayos de sol que se cuelan entre el tupido follaje de la exuberante flora existente en el lugar, exaltando las diferentes gamas cromáticas que ha sabido captar el artista.

González, que ha tocado todos los palos en cuanto a temas, paisaje, retratos, bodegones, etcétera, se decanta por practicar un estilo impresionista, motivo por el que se tiró más de tres meses yendo y viniendo al Garajonay, donde tomó del natural numerosos apuntes y bocetos que luego trasladó al lienzo en su estudio.

Esta colección, que en septiembre espera poder exhibirla en La Gomera, se baña en el impresionismo que practica el autor con un estilo muy propio y una paleta de colores dominada por los amarillos, verdes, rojos y naranjas. "Es un escopetazo de luz que hace vibrar al que lo mira. El ochenta por ciento de mi obra tiene una pincelada vangohgiana", aclaró quien reconoce su admiración por este universal pintor neerlandés.