Con el tintineo de las últimas copas resonando aún sobre el fondo de la noche santacrucera, el eco persistía en los rostros de quienes tuvieron la fortuna de vivir en persona la gala de entrega de los primeros Premios de Gastronomía convocados por EL DÍA-Mesa Abierta, con el patrocinio de Incabe (Insular Canaria de Bebidas), un certamen que anuncia un futuro que se presume cargado de nuevas experiencias.

A la cita, celebraba en los jardines del Grand Hotel Iberostar Mencey de la capital tinerfeña (desde donde se emitió en directo a través de las cámaras de EL DÍA TV), asistió la "flor y nata" de la sociedad isleña, desde personalidades del mundo de la política a miembros de los estamentos empresarial y de la cultura, bien acompañados por el fulgor de los "estrellados" Michelin. Y todos ellos, reunidos alrededor de la mesa y de un propósito idéntico: descubrirse en un lugar común y participar de la misma idea a través de la gastronomía, viviendo una deliciosa experiencia.

En la velada, conducida por el mediático chef Julius Bienert y la periodista de El Día TV Mariam Moragas, el simple hecho de premiar, y además hacerlo mediante el voto directo emitido por el público a través de la página web eldia.es, representaba en sí mismo un acto de reconocimiento y una muestra de singular afecto.

Lo cierto es que una ciudad como Santa Cruz necesita reivindicarse como capital gastronómica y una isla del perfil de Tenerife precisa asomarse al mundo y agitar la bandera de un destino cinco estrellas, para mostrar con orgullo su condición de una oferta culinaria diferenciada y singular, renglón básico para su futuro.

Pero también la propia sociedad requiere sentir y redescubrir a los chefs, ahora ciertamente alejados y distantes desde esa aureola de "divinidad" que les procuran las fraguas de sus fogones; también a los maitres, cubiertos por esa impostura con la que "disfrazan" el riguroso servicio de sala, o los bodegueros, "escondidos" en las profundidades de sus cavas. Se hace preciso "humanizarlos": hay que devolverlos cuanto antes a su estado natural.

Y es que cuando uno cae en la cuenta de que detrás de la imagen de estos profesionales del mundo de la restauración existen personas, hombres y mujeres, que aquí y allá brota el talento y la creatividad, que existe un ingente caudal de esfuerzo, que esta gente derrocha identidad a manos llenas, se puede llegar a entender por qué los galardones que ha entregado EL DÍA-Mesa Abierta suponen una recompensa no solo al trabajo, sino también a la solidaridad, a la cultura, al turismo, la educación...

Y a partir de ahora se abre para los galardonados, y para el conjunto del sector en general, un nuevo horizonte, porque estos premios que nacieron ayer, pero con vocación de continuidad, también representan, en sí mismos, un nivel de exigencia, en la medida que implican continuar realizando la tarea tan bien como hasta ahora o mejorar un futuro cargado de experiencias.

De momento valga este cóctel de emociones.