La playa de Las Teresitas es uno de los oasis para chicharreros y visitantes en este tórrido verano. Allí pueden darse un baño, disfrutar de una cerveza fría o saborear un "cucurucho" de Helados California. En el acceso 7 se escucha cada día "Lili Marleen", el himno con el que propios y extraños identifican esos conos y vasitos que han acompañado a varias generaciones. Una fórmula más o menos "secreta", que da al producto su sabor característico a nata y fresa, la tradición "familiar y tinerfeña" de 54 años de trayectoria y el esfuerzo de una decena de personas desde su sede en la Dársena Pesquera, dan forma y fuerza a California Ice Cream SA. Su gerente, Mónica Plasencia Pérez-Andreu, ejerció de anfitriona de EL DÍA.

Después de 23 años de vida y trabajo en Alemania, Mónica retornó hace dos meses para hacerse cargo de la empresa que fundara su abuelo - junto a dos amigos en 1962- y heredaron sus padres, Eliseo y Ana.

"Mi abuelo, Pedro Pérez-Andreu de las Casas (falleció en 2000), era un goloso. Le encantaban los helados, como a mí -en concreto los que fabrican- y viajaba mucho a Holanda o Alemania donde se toman todo el año, no solo en verano. Siempre grababa con su cámara de súper 8, un archivo que conservamos como un tesoro".

A la vuelta de uno de aquellos viajes decidió fundar la empresa. Mónica explica: "El origen del nombre no lo tengo claro. Tal vez el concepto de reflejar lo internacional haya influido en la elección".

¿Y "Lili Marleen" (Norbert Schultze y Hans Leip, 1937)? Mónica tiene su teoría: "Era abogado y militar. Estuvo en tres guerras, las dos mundiales y la Civil. Creo que fue como una especie de homenaje a todos los soldados porque, aunque el origen es el bando alemán, la cantaban los dos bandos. Gusta y casi hipnotiza. Es una clave del éxito".

El laboratorio, ubicado en algún lugar de la nave, es lugar sagrado porque "la fórmula es la misma de siempre", asegura Mónica, quien solo desvela que "la materia prima la traemos de Italia". Asegura que "intentamos poner en el mercado alguna variedad nueva -hasta la de gofio- pero volvimos pronto a lo tradicional. O sea los sabores de fresa, nata y mixto. En cono (1,60 euros), que se vende más, entre otras cosas, por la galleta, o en vaso (2 euros) con los siropes, en los que sí tenemos mucha variedad".

Los camiones, con ese punto "vintage", llaman también la atención. "Ya tenemos nueve con rutas casi por toda la isla con más incidencia en el área Metropolitana y el Norte". Siempre "con la licencia para poder aparcar en el espacio público".

Las playas, sobre todo Las Teresitas, el rastro cada domingo, las fiestas de los pueblos y los barrios de la capital tinerfeña son los puntos clave para la venta. "También los colegios", apunta Mónica, quien adelanta: "Estamos intentando ampliar horizontes con eventos de todo tipo y más presencia en el sur".

Mónica confiesa que, como a su abuelo, "me encantan los helados y, en concreto, nuestros helados. Y a la gente también. Nos buscan por sus recuerdos y llevan a sus hijos o nietos. Nos sentimos queridos". No olvida resaltar la labor de trabajadores como Jorge, el encargado, o su tocaya, "alma" de la nave. Con ellos posa orgullosa. Los mejores helados "de California" están en la Dársena Pesquera.

No se puede acabar sin esta estrofa: "Bajo una farola/ 80 años ya/ Lili Marleen espera/ al soldado que la amó". Imaginen la melodía en Las Teresitas mientras esperan por un helado. California, claro está.