La representación del ataque en 1553 del pirata François LeClerc, apodado "Pata de Palo", a Santa Cruz de La Palma enorgullece a la historia. Son un grupo de jóvenes que tienen "algo". Quizás es que vaya agregado al ADN de ser palmero. Se juntan, ensayan un par de meses e interpretan como si llevaran en la piel a cada monje, a cada corsario, a cada pastor... ¡Lo clavaron!

El desembarco se produjo en el Barco de la Virgen. Los franceses muestran su fuerza desde el principio. No quieren sangre, lo quieren todo y sin luchar. Mujeres y riqueza. LeClerc ni se baja del barco. En 1553 tampoco lo hizo. El ataque lo dirige Jacques de Sores. Es una escena llena de ritmo, de coordinación, de buenas voces. De entrada, muerte al monje para marcar el "territorio" y todos a correr.

En San Francisco, la segunda parada, la puesta en escena fue un "escándalo". ¡Qué buena! Fue cuando apareció Baltasar Martín, "yo vengo de Garafía", así se presentó, para imponer su criterio de defender "lo nuestro" frente a las reticencias del Licenciado Arguijo, más miedoso, menos confiado en su gente. Quería la rendición. Fue un acto gracioso pero inteligente, trabajado, donde la actriz (llamarla de otra manera sería mentir) que interpretó a la mujer del regidor de La Palma dio a la representación un salto de calidad. Está un escalón por encima. ¡Ojo!, enfrente habían cientos de personas.

Baltasar Martín y un grupo de valientes esperaron a los piratas en la Placeta. Allí no cabía nadie. Fue un lugar para la confrontación entre piratas y campesinos, armados con lanzas. Guiones mejor preparados, expresividad en cada postura y conexión cercana con el público. Los franceses estuvieron acorralados, iban a perder, pero llegó la mujer del regidor, ¡siempre ella!, y la capturaron. Acuerdo de tregua. O la matan.

La fiesta del acuerdo se preparó en la plaza de España. Bailes, música, algarabia... se contó incluso la leyenda del salto del enamorado. Pero, el pastor más acelerado acabó matando al primo de LeClerc. Y, ¡se armó!... En serio, son buenos. Amenazan que parece que van en serio. Había niños llorando porque creían que era verdad. Y los niños no mienten. Todo acabó en La Pérgola, donde los hombres de "Pata de Palo" tuvieron que abandonar la ciudad: la quemaron, pero perdieron.

Representación que enriquece.