La quema del haragán, como acto final de las fiestas de La Esperanza, va a más, tal y como se puso de manifiesto en la tarde y noche de anteayer. Después de que el área de Fiestas del Ayuntamiento de El Rosario y la Comisión de Fiestas de La Esperanza recuperaran esta tradición el año pasado, ya los esperanceros y visitantes sabían a qué atenerse y la expectación se multiplicó. Desde media tarde eran muchos los que esperaban la llegada de la comitiva, que se abría paso por las calles de la Villa para llevar al haragán hasta su triste final en la escalinata de la Casa Consistorial.

El haragán es un muñeco, confeccionado por operarios del propio consistorio, que viene a representar a aquellos que no aportan nada a la organización de los festejos, "pero son los primeros para comer y beber gratis". En lo que se quiere convertir en una tradición recuperada, a modo de una variación del Entierro de la Sardina carnavalero, el muñeco fue acompañado en sus últimos momentos por una peculiar cabalgata en la que no faltaron las desconsoladas viudas y los miembros de la Comisión de Fiestas, ataviados con sus particulares trajes de luto. Finalmente, aconteció lo inevitable y el haragán fue pasto de las llamas entre las lágrimas de su singular séquito y las miradas del alcalde, Escolástico Gil; el concejal de Fiestas, Yeray Gutiérrez; el párroco de La Esperanza, José Domingo Morales, y los muchos vecinos y curiosos que se congregaron para la ocasión.