La publicación de unos análisis que detectaron la abundante presencia de minúsculos hongos en la sémola de cuscús marroquí ha desatado durante esta semana una polémica en defensa de un producto que, más allá de su fama gastronómica, es toda una seña de identidad de Marruecos.

El estudio, publicado por la revista Food Chemistry, fue realizado entre 2014 y 2015 por una universidad de Valencia (España) en colaboración con otra en Marruecos y desvelaba la existencia de micotoxinas en 96 de las 98 partidas de sémola analizadas.

Bastaba con que las conclusiones de ese estudio fuesen recogidas profusamente por los medios nacionales para que se produjera una reacción nacional con la que refutar el supuesto carácter dañino del plato que todos identifican con la gastronomía marroquí.

La oficina Nacional de Seguridad Sanitaria de Productos Alimentarios (ONSSA, oficial) publicó dos comunicados en solo dos días para defender el carácter inocuo de estos hongos que solo son dañinos cuando no se respetan los estándares de almacenamiento.

La ONSSA detalló los controles "permanentes" que realiza desde la preparación de esta sémola hasta su almacenamientos y su comercialización; el control se extiende también a las fases de importación de la materia prima con que se hace el cuscús, y en la exportación del producto final.