Se acabó la "tortura" para la familia de Riccardo Marangio, el joven italiano de 26 años que falleció ahogado a mitad de julio en la playa de Benijo, en las costas de Anaga.

Ayer, de madrugada, partió desde Tenerife el vuelo que devolvió sus cenizas a su país. Habían pasado treinta y dos días desde que fue encontrado el cuerpo, tras seis días desaparecido en el mar.

Seis días en los que los miembros de Protección Civil de Santa Cruz se convirtieron en unos "ángeles" para la desesperada familia de Riccardo, oriundo de Lecce.

Así los definió Tomasso Marangio, el padre del joven licenciado en Sociología, que ahora quería inscribirse en Enfermería en La Palma, en una carta publicada hace unos días en "Il Qoutidiano di Puglia". Un sueño que se vio truncado la tarde del domingo 10 de julio.

En esa misiva, Tomasso relata las dificultades que se produjeron para identificar el cuerpo. Hasta tres semanas fueron necesarias para realizar las comparativas de ADN, según explica, por problemas con las "máquinas nuevas".

"Para ayudarnos siempre ha estado con nosotros Protección Civil. No nos han dejado solos Virginia, Jorge, Luca... y todas las otras personas que han sido para nosotros ángeles; nos han acompañado con ayuda psicológica, con los trámites burocráticos y con traducciones", agradece también el padre de Riccardo. "Estos chicos fueron muy importantes para nosotros", concluye.

En esa carta, y con cierta desesperación, Tomasso muestra su incomprensión por el retraso en el envío de los restos de su hijo a casa. "No es posible que en estos casos no haya una vía más rápida", reclama. Un resumen de su dolor.

De ahí la importancia de la atención psicológica que esta familia recibió en este tiempo, muchos de ellos voluntarios.

Ayer, algunos de estos profesionales remarcaron que su tarea es "tratar de minimizar" los efectos que, de por sí, se producen con la noticia del fallecimiento de un ser querido.

Curiosamente, explican, los casos de desaparecidos en el mar son los más complicados, pues es difícil la gestión de las emociones cuando todo se basa en la incertidumbre.

Y advierten de que los fallos de la administración, en general, producen en estos casos la conocida como "victimización secundaria", que no es otra que hacer sentir más víctima a la que ya lo es. Por eso esperan que casos como el de Riccardo sirvan para mejorar esta atención. Él ya vio su sueño interrumpido, pero puede que ayude a despertar a otros.