Este verano ha sido -lo está siendo- atípico en muchos aspectos. No sólo en el climatológico, que en el estrecho están del Levante hasta la coronilla, sino que desde un punto de vista político nada es normal -pero ¿es que hay algo normal en la política española?-, ya que mientras España está hecha unos zorros, nuestros políticos descansan (?) al sol. Mientras tanto, no tenemos un gobierno desde hace ya ni se sabe cuánto tiempo, parece que vamos a batir el récord de Bélgica, que estuvo 541 días; el gobierno en funciones sigue sin someterse a ningún control; los diputados y senadores siguen cobrando sin trabajar, de hecho, siguen tomando el sol; los independentistas catalanes siguen saltándose la ley y echándole un pulso político al resto de los españoles, que somos los que seguimos pagándoles sus devaneos y sus ensoñaciones secesionistas; el etarra Otegi sigue empeñado en ser lendakari; los aeropuertos españoles se colapsan de pasajeros desesperados, abandonados a su suerte, desinformados, estresados y esperando a que alguien les ponga un avión por el que previamente han pagado un pasaje no siempre barato; nuestra deuda pública sigue aumentando hasta el 100,9 % de nuestro PIB; media España está ardiendo -literalmente en llamas- y, mientras tanto, España sin un gobierno estable y nuestros políticos al sol.

Y mientras la derecha -la cual ha ganado las elecciones las últimas veces que se ha presentado- sigue intentando conformar alianzas -pero sin prisas, no vaya a ser que se les acumule el trabajo y se queden sin tomar el sol-, las izquierdas, los populistas y los nacionalismos de este país se frotan las manos porque disfrutan viendo cómo sus adversarios se topan con la cruda realidad de los números y están -tomando el sol- a la espera de que llegue su oportunidad de alcanzar el poder. Porque no olvidemos que de lo que realmente se trata es de eso: de tomar el poder. España, los españoles, la democracia, el bien común y todo eso de lo que tanto pregonan cuando están en campaña electoral se lo pasan por el forro de sus abrigos o, en este caso, del bañador.

La falta absoluta de responsabilidad democrática de la que está haciendo gala el líder de los socialistas españoles es tal que da vergüenza ajena; y no tendría mayor importancia si no fuera porque su "no es no, qué parte del no no entienden ustedes" nos puede ocasionar al conjunto de los españoles no sólo ir a unas terceras elecciones -de las que él mismo reniega, pero no hace nada por evitarlo-, sino que es una falta de respeto y de lealtad hacia España y hacia los españoles, a los cuales va a someter a un ajuste político, económico y social innecesario y gratuito, mayor de lo que hasta ahora hemos venido padeciendo.

¿Pretende el líder socialista que sigamos votando una y otra vez hasta que él y los suyos obtengan el respaldo popular? Su postura de pasearse al sol por media España con una sonrisa de oreja a oreja que ya realmente molesta, mientras los españoles nos preguntamos cuál va a ser nuestro futuro, es una postura insolidaria, sectaria, ideológica e irresponsable. Y lo que no entiende o no quiere enterarse el señor del "no es no" es que se puede llevar un chasco -ya lleva varios, pero él sigue ofuscado mientras sus adeptos le hagan la ola-, es que puede llevar a su centenario partido al desastre.

Qué pena da tanto tiempo perdido. España necesita de personas que antepongan los intereses generales a los particulares y de partido. Personas con ideas claras que definan para varias generaciones lo que realmente necesita la sociedad española: igualdad legal, legislativa, educativa, sanitaria, fiscal e idiomática; sumar a estas cuestiones básicas y fundamentales lo que se quiera: restar, ni un ápice. Necesitamos alguien honesto y honrado que nos devuelva el orgullo de ser españoles y la posibilidad de sentirnos cómodos y tranquilos residiendo en cualquier ciudad o pueblo de España.

macost33@gmail.com