Desde su casa, que es su lugar de estancia en Madrid, el pianista Javier Negrín (Tenerife, 1977) acompasa el estudio, mientras las notas mudan al ritmo del tiempo.

La llamada telefónica se responde del otro lado con un timbre cordial. El diálogo posterior se centra en el disco "Traces", que contiene la grabación de "Goyescas", del maestro Granados, junto a las "Variaciones" sobre un tema de Chopin, obra de Mompou, editado por la casa discográfica Odradek Records.

Negrín, ciertamente, suena bastante afinado. "Emocional y físicamente resulta agotador interpretar una obra como es Goyescas", confiesa sin ningún tipo de rubor. Más bien lo asume como un reto, "algo así como tocar un cuaderno de estudios de Chopin o de Listz", y reconoce: "Ahí dentro se encuentran algunas de las piezas más difíciles que he tenido que ejecutar en mi carrera."

Con la memoria de las Olimpiadas todavía fresca se refiere a "una obra que dura casi una hora y me exige ser un auténtico atleta", circunstancia que lo sitúa al límite del virtuosismo. Y es que "Granados desarrolla una técnica muy suya, particular", explica el pianista, "con influencias muy diversas; un estilo muy idiosincrásico que hace preciso aprenderlo con esa textura recargada, barroca; un sentido de la improvisación y un sonido fluido, como si todo sucediera por primera vez".

Lo cierto es que los críticos coinciden en señalar cómo Javier ha sabido imprimirle a "Goyescas" su propia lectura, un sello personal, más allá del dominio de Alicia Larrocha. "Ciertamente, su figura también representaba un desafío", subraya el tinerfeño sobre aquel mito, y es que, no en vano, ella grabó esta obra nada menos que cinco veces, convirtiéndose en un referente ineludible. "Cada una de esas grabaciones, aún siendo parecidas, se distinguían entre sí y todas eran muy buenas. Y a ella, como heredera de la tradición y de la Academia Frank Marshall en Barcelona, se puede decir que le pertenecía ese repertorio".

Por lo tanto, Negrín precisaba una lectura convincente, personal y necesariamente distinta, "algo que tuviera impronta y el resultado me deja razonablemente satisfecho". Con todo, sostiene que los discos representan el producto de un momento. "Luego evolucionas", dice. "¡Hasta me salieron canas!"

Pero lo tranquiliza que va a seguir tocando esta obra toda la vida; la ha convertido en algo suyo. "Va a evolucionar y dos años después sé que haré algo diferente". Y también le sucede que cuando escucha el disco se pregunta. "¿Cómo es posible que haya sido capaz de tocar algo así?".

De un tiempo a esta parte, gracias a la oportunidad de grabar para un sello extranjero que distribuye por todo el mundo, Javier Negrín tiene la oportunidad de reivindicar la música española y autores como Granados, a cuyo repertorio, desde el punto de vista pianístico, considera no se le ha hecho justicia y con el que "me siento identificado desde el punto de vista espiritual y emocional, incluso más que con Albéniz", señala.

Eso sí, se posiciona ajeno a la polémica que suena "distorsionada" alrededor del Festival Internacional de Música de Canarias. "Todas las partes tienen algo de razón", pero considera que la partitura se ha ido complicando hasta convertirse en un asunto "político y si las cuestiones se enquistan y enrocan mucho me temo que no se va a llegar a ningún entendimiento".

Ahora se afana en actualizar "Goyescas" para interpretarlas en Almería, en Mojácar, en el Festival Internacional de Música de Tecla española, para luego hacer una presentación de la V Sinfonía de Mahler en Madrid, el recital de la Academia de Bellas Artes en Tenerife, Guadarrama, Torrelodones, conciertos con Quantum Ensemble, de regreso a Cuba...

Javier Negrín

PIANISTA