Alrededor de un mes de trabajo vecinal tuvo ayer su puesta de largo. Un día marcado en rojo en el calendario de una zona que vive sus fiestas mayores como pocas. Un año más, Tejina se reunió este domingo en torno a los corazones, una obras de arte genuinas que los vecinos elaboran con esmero en honor de su patrón, San Bartolomé. El Pico, la Calle Arriba y la Calle Abajo, por ese orden, izaron estas piezas frutales y florales ante una plaza abarrotada, entre vivas, cánticos festivos, colorido y, en definitiva, el sentimiento y latido de un pueblo al completo.

Ese fue el final del acto principal, ya pasado el mediodía. Pero la jornada de celebración había empezado bastante antes. A las 10 de la mañana, en El Pico -de donde, por lejanía, sale desfilando el primer corazón-, este elemento reposaba en un recinto cercano a la iglesia, en el que poco a poco se iban congregando los vecinos vestidos con sus camisetas blancas representativas. Faltaba el último ensayo de la parranda y el ramo que culmina la estructura, que acabó llegando en un furgón pocos minutos antes de iniciarse el traslado.

La historia de El Pico es, poco más o menos, la de los otros dos puntos, y viceversa, al menos en lo que a entusiasmo festivo y costumbrismo se refiere. También en los preparativos. Cuentan los que conocen el proceso que hace unos días fueron al monte a buscar el fondo vegetal que se emplea en la composición, que llevan días elaborando unas tortas de las que se eligieron las mejores para adornar el corazón, que cosieron la fruta... El rito anual, en un solo término.

Mientras la gente de El Pico avanzaba en su recorrido -largo y al ritmo de gritos como "¡El Piiiiico!"-, en la Calle Arriba el movimiento era más que palpable. Cuantitativamente, mayor incluso que en el otro enclave. Difícil "romper" para acercarse al local de este colectivo -que viste de naranja- en la previa de la salida a la calle. Igual que había pasado en el primer caso, nuevamente escenas de pasión, las mismas también que en la Calle Abajo, los amarillos, que empezaban el trayecto de su corazón de limones casi en paralelo. La fiesta estaba ya en sus momentos de mayor fuerza.

"Va a dar comienzo la ofrenda", se oyó por la megafonía cuando ya las tres construcciones estaban en una plaza en la que no cabía un alfiler y después de que el santo saliese a la puerta del templo. Los corazones fueron levantados del suelo y una oración completó el proceso. Había llegado el instante definitivo, la maniobra en la que estos son elevados, con los nervios consiguientes de los miembros de cada zona. Nada falló. Las cuerdas -del mismo color que el representativo del lugar- y los brazos de los tejineros respondieron como ocurre anualmente.

Resonaron a continuación los cánticos mientras que desde una escalera terminaban con los anclajes. "De arriba somos, de arriba seremos y a los de abajo...", entonaban desde la Calle Arriba. "Mi limóoon, mi limoneeero...", decían los de la parte baja. Mientras tanto, miles de personas no se perdían detalle, en una mañana en la que la lluvia amenazó por momentos pero al final no apareció. Quedaba aún la Batalla de Flores y, ya en horario nocturno, la Exaltación de los Corazones para cerrar el día grande, víspera de otro que tampoco se queda atrás. Hoy, a partir de las 15:00 horas, será la verbena de La Pamela, a la que le seguirá (19:00) el descuelgue, donde las tortas se convierten en piezas codiciadas. Y es que Tejina lo vive con entusiasmo. Quizá sea porque tiene no solamente uno, sino tres corazones.