Nadie se queja de tener lo que no se merece.

Jane Austen

Una de las mayores fuentes de insatisfacción y estrés en nuestras vidas es nuestro continuo deseo de control de lo que nos ocurre. Obtener lo que queremos o deshacernos de lo que no queremos ocupa gran parte de nuestros pensamientos, llegando a ser en ocasiones agotador. Pero quizás sería interesante hacer un repaso de este estado de queja y hasta qué punto están o no están bajo nuestro control muchas de las circunstancias que producen nuestra frustración.

Incluso si la queja está justificada, como que el sonido del bar de abajo no nos deje dormir, sigue manteniendo su característica esencial, que no es otro que no conseguir lo que queremos.

Les propongo un breve viaje por esta costumbre tan nuestra, con el fin de ser conscientes de ella y poder reconocer cómo contribuye al estrés y a la insatisfacción en nuestras vidas.

Veamos algunas de las quejas más comunes que podemos escuchar o decir:

No me quiero hacer mayor. Una de las más divertidas y comunes. Además de ser inevitable que envejezcamos, quejarnos de hacerlo nos coloca en una permanente desubicación de nuestro tiempo. Nos quejaremos de no tener 15 años cuando tengamos 20, de no tener 30 cuando ya hemos alcanzado la cuarentena, y así sucesivamente. La consecuencia es ciertamente paradójica. ¿Deseamos vivir en el pasado?

Mi pareja siempre se está quejando. Nótese la paradoja aquí. Nos quejamos de que "él o ella se esté quejando", y no somos consciente de lo que nosotros estamos haciendo. Ya sé, ustedes no se quejarían de esto si el/ella no se quejase. ¿Nos lo creemos?

El tráfico está imposible. Todos nos desesperamos en los interminables momentos en que nos vemos inmersos en un atasco. Es una de las indeseables consecuencias de nuestra motorizada vida. Pero ¿nos hemos planteado utilizar el transporte público, levantarnos más temprano o simplemente aprovechar el tiempo atrapados para escuchar buena música o un audiolibro?

Odio que siempre me duela algo. Independientemente de nuestra tolerancia o no al dolor, lo cierto es que en muchas ocasiones hacemos bien poco por seguir los consejos médicos, que nos asesoran sobre la importancia del ejercicio físico y la actividad para prevenirlos.

La juventud actual es ... -cualquier adjetivo que se les ocurra-, negativo, eso sí. Es una de las más curiosas y que se repite generación tras generación. Parece como si estuviésemos castigando a los más jóvenes por tener aquello que nosotros anhelamos (como hemos visto en el punto 1).

La lista podría ser interminable hasta llegar a las más individuales. Las que les he presentado, sin embargo, son una buena muestra de las habituales. E incontrolables. Porque esta es la principal característica que tienen la mayoría de nuestras quejas. Vienen motivadas por cuestiones que no podemos cambiar. De ahí la gran paradoja de lo que les propongo hoy como reflexión.

¿Por qué no nos ponemos a cambiar aquellas cosas que están en nuestra mano, por pequeñas que las veamos, en lugar de seguir malgastando nuestra energía vital en las que no podemos hacerlo?

Lo curioso es que, cuando decidimos hacer esto, comienzan a desaparecer muchas de las anteriores o, simplemente, dejan de importarnos mucho. ¡Estamos muy ocupados con nuestros proyectos y retos!