Otro tiempo perdido. Todo el mundo sabía cuál iba a ser el resultado de la votación. Puro formalismo para cumplir los pasos que la Constitución determina en su artículo 99. Y seguimos sin Gobierno (el que está lo es en funciones).

Bien podría decirse que el desarrollo del debate se correspondiese con un texto del género literario que creó don Ramón del Valle Inclán: esperpento. Y además con aplausos de la clac correspondiente, aunque estos no asisten de balde al espectáculo, sino que cobran por ello. Y les paga Juan Español. Me resulta indignante tal muestra de "alegría" cuando lo que procede es escuchar lo que el orador expone para conocimiento de toda la Cámara. Y escuchar con atención, para debatir en consecuencia. Sin teatro. Sin aplausos.

Comenzaba la sesión del día 31 de agosto con el acto de juramento o promesa de dos diputados que sustituían a otros dos que lo habían sido. Con solemnidad, la presidenta del Congreso les requería su juramento o promesa de cumplir y hacer cumplir la Constitución. Uno prometió y el otro juró.

En el desarrollo del debate, cuando hicieron uso de su tiempo el Sr. Tardá (ERC), el Sr. Homs (CDC) y la Sra. Beitia... (Bildu), vine en pensar que algo no cuadraba. Aquellos diputados, electos en las últimas elecciones del 26 J, debieron, en su día, hacer el mismo juramento o promesa para adquirir la condición plena de diputado. Pero en sus exposiciones dejaron clara muestra de su desprecio a la Constitución en sus artículos 1 y 2. El Sr. Tardá concluyó su exposición diciendo: ¡República!, siendo que el apartado 3 del artículo 1 define: "La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria". A ninguno de los tres se les advirtió, por parte de la presidenta del Congreso, de la incorrección tenida con la Constitución y la Cámara.

Visto lo anterior, me he leído el texto constitucional para ver dónde estaba contenida la obligación de jurar o prometer, y no lo he encontrado. Ello me hace pensar que tal obligación ha de estar en el Reglamento de las Cortes Generales. Pero no lo sé. Yo me acuerdo haber jurado el compromiso de cumplir y hacer cumplir la Constitución, en el salón de Plenos del Ayuntamiento, cuando accedí a concejal.

Sea como fuere, estoy casi seguro de que tal obligación ha de estar en algún texto legal. Por tanto, no alcanzo a entender cómo aquellos tres portavoces de sus correspondientes grupos políticos no fueron desalojados de la Cámara por sus expresiones contra la Constitución.