En la década de los 80, cuando la Vuelta Ciclista a la Isla celebrada sus bodas de oro, un gran trabajo de protección de la Guardia Civil de Tráfico, con el comandante Cañamero al frente, me llevó a definirlos como "Los Ángeles de la Carretera". En la edición 61, con la misma dedicación de siempre, el pelotón y acompañantes se vieron en todo momento protegidos con el gran despliegue de los motorizados, incluso vigilados desde el aire por el helicóptero.

En la etapa del Sur, al paso de la "serpiente multicolor" por Arico, un gravísimo accidente, el del ciclista italiano Ricarddo Bridelli, conmovió a todos. Cayó más de 30 metros por un barranco y se temió por su vida.

Francisco Salvador Santana, miembro motorizado de la Guardia Vivil de Tráfico, no dudó en bajar de la moto y descender, sin importarle poner en riesgo su vida. Él hizo que el joven corredor no perdiera el conocimiento, haciéndole llegar a los sanitarios la información de su estado y aplicándole medidas para frenar la hemorragia. Todos dicen que su actuación le salvo la vida a Bridelli, al que visitó el pasado lunes en la UVI.

Este "ángel de la carretera", que además se llama Salvador, merece honores de héroe, calificativo que ya le otorga la familia del deporte canario y compañeros.

Salvador tiene un hobbie, el surf, y practicándolo ha salvado a otras tres personas que se estaban ahogando.