Todos los septiembres se habla del conocido como síndrome posvacacional. La dureza de volver a las obligaciones, el tener un horario para levantarse y, en resumen, volver a rutinas más o menos estresantes. Para Jesús Morera (PSOE), consejero de Sanidad del Gobierno de Canarias, la vuelta a la realidad puede superar incluso esos estándares del síndrome posvacacional.

Desde que el viernes 2 de septiembre EL DÍA tuviera conocimiento de la instrucción de contención del gasto hospitalario hasta hoy, se ha desatado una tormenta política en los medios sobre la que planea la sombra de la destitución del consejero.

Sin embargo, Morera ha permanecido en silencio, no se ha defendido públicamente. El único motivo de este silencio es que la polémica ha coincidido con sus semanas de vacaciones, que hasta la fecha parecen ser las más inoportunas que se ha tomado un miembro del Gobierno canario.

Según explicó el presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo (CC), Morera participó en la reunión que mantuvieron con los gerentes hospitalarios, donde se les explicó que estaban gastando por encima de sus posibilidades.

La versión que llegaba del único centro hospitalario que ya se ha reunido con los sindicatos (la semana que viene comenzarán las del resto) era clara. Caty Darias, delegada de Intersindical Canaria (IC) en el Hospital Universitario de Canarias (HUC), explicaba tras la reunión: "Dicen que dice el Gobierno canario que se invierte mucho y no ve resultados. Y que, por otro lado, ese gasto en Sanidad compromete el techo de gasto".

Darias subrayaba que "en todo momento, la Gerencia y las direcciones del HUC hablan de una necesidad de estos recortes por una imposición del Gobierno", no de la Consejería de Sanidad.

No sabemos si Morera está de acuerdo o no con esa decisión. Fernando Clavijo nos ha dicho que sí, pero la sombra de la duda crece con la disconformidad mostrada por la vicepresidenta del Gobierno canario, Patricia Hernández.

Desde el minuto uno, Morera ha tenido muy claro que para bajar las listas de espera había que abrir quirófanos por la tarde e, incluso, los fines de semana. Quería contratar personal, fomentar el turno de tarde... Todas ellas medidas que requieren dinero. Y que no han tenido tiempo para implantarse antes de que Clavijo haya sacado la tijera.

De hecho, las medidas para bajar las listas de espera de pruebas diagnósticas anunciadas por el HUC en marzo (la realización de resonancias en sábados y domingos, incluso de madrugada), se han eliminado este mes.

Además, la llamada a que se siga a pies juntillas el presupuesto ha estado sazonada con descalificaciones, más o menos veladas, a la gestión realizada por los gerentes hospitalarios por parte del presidente del Gobierno. Esto ha provocado malestar y tensión. Ningún gerente hospitalario ha contestado porque son puestos de libre designación, de confianza, y si muerden el dedo que los designó y que ahora los señala como culpables, corren el riesgo de perder ese trabajo.

Está claro que si la desviación presupuestaria es de 52 millones y el recorte requerido a todo el Servicio Canario de la Salud asciende a entre 11 y 12 millones hasta diciembre, el sufrimiento acaba solo de empezar.

Morera se incorpora mañana y le pronosticamos un día duro de vuelta de las vacaciones. Va a tener que explicar claramente (algo que por ahora solo se ha hecho por fascículos diarios y con diferentes voces) qué es lo que ha pasado en su departamento. Dónde se va el dinero, cómo se pueden poner en marcha dos hospitales comarcales sin dotación presupuestaria específica, cuál es la receta para ampliar horarios y turnos sin aumentar el gasto y cuánto le queda de vida a la sanidad pública si no se inyecta más dinero.

La respuesta le puede llevar a un enfrentamiento directo con el presidente del Gobierno y su cese (o dimisión) como consejero, en lo que puede ser (o no) la vuelta de vacaciones más breve registrada en la política canaria.