El relato de M.T.R. serviría para ilustrar cómo es la vida de una de esas personas que esperan más de seis meses en una lista de espera quirúrgica.

Su hija Ana María García explica que su madre empezó a asfixiarse al caminar. "El médico le decía que era porque estaba gorda", recuerda. "La tuve que llevar a un médico pago, donde nos dijeron que tenía una hernia gigante que le había desplazado los pulmones", añade.

Con el diagnóstico correcto, volvieron al sistema público de salud donde les explicaron que la operación era muy complicada, "de vida o muerte", y que para llevarla a cabo tenían que preparar a la paciente con rehabilitación. "En diciembre de 2014 le hicieron la rehabilitación y las pruebas para la preanestesia y se caducaron sin que nos llamaran", explica su hija.

De hecho, en el informe clínico que diciembre de 2014 explica "hernia de hiato gigante pendiente de IQ [intervención quirúrgica] el próximo mes".

"Hace seis meses nos volvieron a llamar para hacer la rehabilitación y la preanestesia y está a punto de caducar otra vez", se queja Ana María García.

Ella y su hermana han puesto más de una reclamación, pero ante las respuestas recibidas ya no saben qué hacer.

En 2014, el entonces gerente del HUC Ignacio López Puech les respondió que "dada la lista de espera" del servicio de Cirugía General B del HUC, "los pacientes son intervenidos por orden de antigüedad y prioridad clínica, por lo que existiendo pacientes con igual prioridad y fecha de inclusión en la lista de espera anterior a la suya, que aún no han sido intervenidos, lamentamos, en la actualidad, no poder ofrecer una fecha orientativa para la intervención quirúrgica".

También se disculpaba por "los inconvenientes" y se le informaba de que tanto el Servicio Canario de la Salud (SCS) como el HUC estaban "acometiendo diversas medidas con el objeto de reducir las demoras en la atención".

La opinión de Ana María García es que les están "dando largas" para que su madre "no llegue a la operación".

La paciente, que "era mujer superalegre", está sumida en "una depresión" porque no "puede hacer nada". "Salía a los bailes, le encantaba el Puerto, donde yo vivo, pero ya no viene porque no puede ir a ningún sitio porque se asfixia", explica. "Tiene 64 años y no camina, está acostada en una cama", resume.

Ana reflexiona sobre el hecho de que su madre sea una persona anómina más, sin ninguna conexión. "Si fuera familia de ellos, ya estaría operada", opina, en referencia a la gente que tiene "manga" y la que no.

Preguntado al HUC, este rehusa dar información por la Ley de Protección de Datos.

Ana García, por su parte, termina su relato con una reflexión que puede ser, a la vez, un síntoma del estado de la sanidad pública: "Ojalá le hubiera hecho a mi madre un seguro privado".