El casi infinito mundo del sonido digital encandiló hace ya casi dos décadas al músico y productor tinerfeño Tomás de la Rosa (Tejina, 1968), Postman (cartero) para el mundillo de la música electrónica en las Islas, quien acaba de publicar su sexto trabajo, "Life can change in a moment", con el sello discográfico Keroxen, que fue presentado el pasado sábado en el Espacio Cultural Aguere de La Laguna.

Este nuevo registro, inscrito en el género "bass music", incluye trece temas que han nacido en el estudio que preside este inquieto creador tinerfeño, donde produce música a partir de los sonidos que inventa a través de los sintetizadores, secuenciadores y cajas de ritmos, entre otros medios técnicos con los que se ha familiarizado en los últimos veinte años.

Según los expertos en música electrónica, "en su nuevo trabajo destacan los ritmos rotos, capas de sonido envolvente y crisoles de frecuencias ruidosas. Un collage de sonidos que transmite profundidad, densidad y elegancia".

Este cartero de profesión ya empezó a acariciar la música "electrónica" desde los años 90, cuando escuchaba música negra casi a escondidas, "para que los colegas no me tiraran piedras", al mismo tiempo que tocaba la batería en un grupo de punk rock.

"Me enganché, investigué e hice unos cursos de música electrónica. Ya llevo haciendo esto casi veinte años y ha cambiado mucho. He intentado hacer música negra, trip hop, funk, reggae, dub, soul, entre otros, con los sonidos sintéticos y oscuros de la electrónica centroeuropea. Ahora se le llama música de bajo, bass music. Es la etiqueta que lleva ahora".

A partir de entonces, se rodeó de un verdadero despliegue de medios técnicos con los que trabaja esos sonidos que descubre u origina el mismo, con los medios más insospechados, rasgar una caja de cartón, chocar unos tenedores con unos cuchillos o un simple estornudo, además de utilizar el amplio catálogo de programas (software) que emulan todos los instrumentos habidos y por haber.

"Intento que los sonidos sean lo más artificiales posibles porque es el contrapunto, el rollo digital. Antes sí usaba sonidos naturales, porque me interesaba investigar más esa onda. Cojo un sonido, por ejemplo golpeo una caja de cartón o de plástico, y lo grabo. Hago el sonido, lo edito y una vez que lo tengo en el ordenador, con un controlador midi, que es un teclado, suena ese sonido en varias escalas. Lo distorsiono, lo edito y toco manualmente con unas teclas de piano el mismo sonido con diferentes gamas y le doy el toque que quiero", explica con detalle este entusiasta músico.

Él tiene muy claro que la música electrónica es un poco de todo, aunque no se considera un dj. "La música de los dj es muy comercial, nosotros somos underground totalmente. Lo que pone el dj es música que no la hace él, en nuestro caso la música la hacemos nosotros mismos. Es la gran diferencia".

Este productor tiene un gran respeto a los dj porque "hay gente muy buena que también hace cosas alternativas y forman parte de nuestro gremio, aunque el dj es un animador en el fondo".

Con respecto a su música, que en alguna ocasión ha contado con alguna voz como colaboración, considera que "es para escuchar y para bailar, aunque el ritmo tiene mucha importancia porque soy batería, pero todo es muy bailable".

El recien creado sello Keroxen ha publicado el sexto trabajo discográfico de Tomás de la Rosa, trece temas en los que el músico tinerfeño continúa su labor de experimentar con la música negra y los sonidos sintéticos a los que ha consagrado su probada originalidad, faceta que compagina con su otra gran afición, la batería, donde ha volcado su adrenalina a través del punk rock.

Tomás de la Rosa, "Postman"

músico y productor