Tegueste es un municipio que no cuesta vincularlo a la fiesta. Sobre todo su romería, que es la primera del calendario anual de estos festejos, siempre masiva, le da ya esa condición por derecho propio. Se suman a eso otras celebraciones, como las que se desarrollan en honor de Nuestra Señora de Los Remedios -que están teniendo lugar durante estos días- y donde se enmarcan más actos, menos conocidos, no tan populares, pero sí igual de sentidos, y hasta más pegados al pueblo.

La Fiesta de la Vendimia es uno de ellos. Un cita genuina; un tributo a la idiosincrasia y la agricultura de una zona que hay quienes vinculan sobre todo a su tránsito estival hacia la costa lagunera, pero que tiene un pasado, un presente y probablemente un futuro muy unidos a la tierra y las parras. Se trata de un vínculo que a veces los menos cercanos a esa actividad olvidan, pero que en días como ayer se vuelve a poner de relieve.

El Monumento a la Lucha fue el punto de arranque del paseo romero, que transcurrió por la travesía de los viñedos y la campiña de Tegueste. Es, concretamente, un recorrido por el Camino Las Toscas-La Padilla y Mederos, en el que se van realizando paradas preparadas por los vecinos de la zona. Ambiente festivo y, claro está, algún vaso de vino para acompañar los productos que son preparados para la ocasión.

Uno de los momentos principales de la jornada es la bendición de la cosecha, de la que saldrán los caldos teguesteros. Esta tarea la realiza el párroco del municipio, Miguel Ángel Navarro, antes de que la celebración continúe hacia la plaza de La Padilla y, por último, hasta la de El Lomo, donde se procede a la entrega de los premios del concurso de racimos.

Como ocurrió con la iniciativa "Una vendimia por la esperanza", realizada el pasado viernes con escolares, es una fiesta pero también una forma de intentar mantener el vínculo entre el agro y las nuevas generaciones o quienes se distanciaron de un campo que sigue muy presente.