Los consejos reguladores de la isla de Tenerife esperan una de las peores vendimias registradas hace años. El motivo se encuentra en la ola de calor que se produjo durante el invierno y que ha pasado factura a la producción. Como consecuencia, la uva no realizó con normalidad el reposo vegetativo y provocó una brotación precoz e irregular.

El frío llegó tarde a muchas fincas, después de la poda, con el consiguiente retraso en la maduración. Posteriormente se dieron condiciones muy propias para el desarrollo de enfermedades como el mildiu que afectó a la producción. Todo este cóctel de factores derivó en una cosecha muy escasa, con racimos mal formados y con una producción enormemente mermada.

Los viticultores están ante una cosecha corta en cantidad y eso hará que las bodegas tengan que alargar la salida al mercado de la producción de 2016 y conseguir mantenerse con la añada de 2015, que es la que se está vendiendo de manera general.

En cuanto a la calidad, el reglamento de los consejos reguladores no permite una bajada de la misma, y aunque la cantidad se ha visto reducida en un principio del cultivo, en esta fase final se están dando condiciones para que la uva que está en buen estado reúna un potencial enológico muy interesante de madurez fenólica y alcohólica.

Al margen de los retos que la globalización de los mercados pueda imponer al sector vitivinícola, el material vegetal de vid se va a enfrentar en un futuro inmediato a dos importantes amenazas: las consecuencias del previsible cambio climático y las restricciones cada vez mayores en el uso de pesticidas.

En cuanto a los posibles efectos del cambio climático sobre el futuro de la viticultura, se señalan cada vez mas el aumento de la temperatura y la disminución de las lluvias o su distribución irregular, algo a lo que los viticultores comienzan a acostumbrarse.

Haciendo balance por comarcas de la Isla y en inicio de vendimia, las pérdidas esta añada comienzan a ser cuantificables. En la comarca sudeste, en el Valle de Güímar se puede prever una reducción de cosecha de en torno al 30-35%. Una denominación de origen que alberga a 295 viticultores, tiene 295 hectáreas en producción y más de una década de bodegas adscritas al consejo regulador.

En la zona norte de la isla de Tenerife, la comarca Icoden-Daute-Isora estima una bajada del 30% a escasos 20 días del inicio de la recolección. 443 viticultores repartidos en 168 hectáreas y aglutinando 14 bodegas miran hacia el cielo con optimismo, esperando que el calor llegue estos días a sus viñedos. Curiosamente, esta producción ha sufrido las consecuencias de las bajas temperaturas registradas durante los meses de julio y agosto.

La comarca de Abona puede que sea la más afectada, esperando una reducción de la cosecha de hasta el 60% en los viñedos situados en cotas altas. 970 hectáreas, 1.270 viticultores y 18 bodegas adscritas a este consejo regulador anhelan un cambio en la regulación del uso de algunos productos fitosanitarios que les permitan afrontar inviernos como el pasado.

Tacoronte-Acentejo, siendo la zona más densamente cultivada de viñedos en el Archipiélago, estima una reducción del 50% con respecto a la cosecha pasada. La comarca vitivinícola por excelencia aglutina a 1.916 viticultores repartidos en 1.016 hectáreas y 46 bodegas acogidas a esta denominación de origen. Defienden la necesidad de concienciar a la población de que es necesario mirar para el campo, reforzar el conocimiento y el apoyo decidido a este sector, verdaderos "jardineros de nuestro paisaje". "Un año para demostrar que hay que consumir nuestros vinos".

La Denominación de Origen Valle de la Orotava, último consejo regulador en vendimiar, estima una bajada del 30% respecto a 2015, a pesar de que los viñedos de las zonas mas cercanas al Teide sí han conseguido realizar el reposo vegetativo durante el invierno. 641 viticultores adheridos a esta denominación, repartidos entre casi 400 hectáreas de viñedos y 16 bodegas adscritas, son quizás los más optimistas de esta añada.

Pero esta merma de producción no solo afecta a los viñedos de la isla de Tenerife; Lanzarote, a pesar de ser la última isla de Canarias en incorporarse a la cultura vitivinícola, actualmente aglutina una decena de bodegas. Los viticultores de zonas de irrepetibles paisajes como La Geria, únicos en el mundo, han sufrido tal vez la mayor reducción de cosecha del Archipiélago, esperando solo recoger 300.000 kilos frente a los 2 millones de kilos que han recogido en añadas anteriores.

Cierto es que la agricultura depende del cielo y a pesar de los esfuerzos que realizan cada año aquellos que trabajan la tierra, queda la duda sembrada de si el cambio climático es el detonante de esta situación. Lo que está claro es que la rentabilidad de esta campaña no será una realidad en ningún caso y será un año que irá al capítulo de pérdidas, tanto para viticultores como para bodegueros.