Los números 7 y 9 de la calle Santa Clara, donde estuvo muchas décadas ubicadas la mítica -y entrañable para los toscaleros- funeraria El Carmen ya son historia. La piqueta los derribó durante la mañana de ayer, tal y como se hicieron eco en las redes sociales tanto personas individuales como colectivos, caso de la Asociación Nuestro Patrimonio, con una visión algo crítica de la acción que, tras un largo proceso administrativo, parte de la reciente declaración de ruina por la Gerencia de Urbanismo.

"No lo hemos tratado aún a nivel colectivo", apuntaba ayer un portavoz, pero adelantó que "se ha abierto el debate en nuestra página de Facebook porque este puede uno de los casos de la ciudad en los que desde el Cabildo -en el momento de la revisión del Plan General- se planteó catalogar el inmueble dentro de la protección municipal porque al menos la fachada podría tener un valor patrimonial. El Ayuntamiento de Santa Cruz tomó una decisión contraria y en este caso la Gerencia de Urbanismo declaró luego el edificio en estado de ruina". Esta calle, Santa Clara, no está dentro de la protección del Conjunto Histórico de El Toscal, un BIC, aunque sí muy cerca.

Las fuentes apuntan: "La fachada de la funeraría no parecía estar tan mal, aunque el interior, sí. En fin, así se acaba la historia de muchas casas del barrio histórico llenas de historia. No es redundancia sino fruto de la amargura que nos produce situaciones repetidas como esta. Ya solo quedarán las fotos".

Los vecinos del entorno habían manifestado su preocupación por los problemas -denunciados en varias ocasiones- surgidos a partir de unas obras y una demolición parcial en este inmueble. Estos trabajos quedaron parados posteriormente. Urbanismo, que antes colocó una malla de protección en la fachada, decretó en su resolución que las obras a realizar, aparte del coste para garantizar la seguridad, suponen unos 700 euros. Ahora, al parecer la promotora ha derribado el edificio, convertido ya en solar.

Al margen de lo administrativo, de las molestias o de la legalidad, El Toscal pierde otro referente y Cándido, como muchos de su generación, el escenario de su infancia y su adolescencia.