Todavía habla con la misma pasión con la que afrontaba sus entrenamientos, desde hace más de cuarenta años, en la piscina municipal Acidalio Lorenzo. Horas y horas al borde de una instalación que ama y de la que ahora se despide. Fátima Padrón se jubila; ahora toca cuidar a sus padres.

Se inició en la natación de la mano de su padre, empleado de banca que, por las tardes, entrenaba en la "cuna de la natación de Santa Cruz": el Balneario. Su planteamiento fue claro: "Si a él le gusta tanto, a mí también". Y así fue.

Llegó a ser campeona de España, por edades, de 400 libres, y subcampeona de 100 espalda, entre otros logros. Eran los años 60. Una década más tarde llegaría la que ha sido su verdadera pasión: entrenar.

Comenzó en el Real Club Náutico de Tenerife, donde pasó varios años, y después recaló en el Club Deportivo Tenerife, cuando este aún contaba con otras secciones como natación y boxeo.

Pero desde el año 71 ha sido entrenadora y monitora en la piscina municipal como empleada de las distintas empresas que han desarrollado el servicio. Durante la última etapa, previa a la jubilación, su trabajo se ha centrado en los cursos para mayores organizados por el Organismo Autónomo de Deportes (OAD). "Una etapa agradable", indica.

Nacida en El Toscal, "adoptada" más tarde en el barrio Salamanca y emigrada de nuevo a donde nació, Padrón no tuvo hijos, una cuestión que no le ha impedido tener "miles". "Mis nadadores eran mis hijos", comenta. Y es que por sus manos han pasado chicharreros de todas las edades, algunos, incluso, con proyección nacional e internacional.

"Ir por la calle y que te paren es una gozada", reconoce. Es fácil ser testigo de ello. "Hace poco, en una reunión de deportes, salió mi nombre, y la mitad eran nadadores míos", comenta con satisfacción, aún no muy consciente de que su vida cambiará completamente. "Lo iré viendo conforme pasen los días", subraya.

Aunque le cueste más o menos tiempo asumirlo, lo hará con el placer de haber hecho lo que le gustaba. "He trabajado en lo que he querido, he enseñado el deporte que me gusta y no he tenido nunca ningún problema con ninguna empresa por enseñar mi natación", remarca Padrón, quien enfatiza que la piscina ha sido "su segunda casa".

Una casa que, entre otras cosas, le ha permitido conocer a quien más admira: el nadador estadounidense Mark Spitz. Con él muestra orgullosa una fotografía que se tomó en la estancia del deportista en Tenerife, en 1991. "Michael Phelps es una pasada, pero las condiciones de ahora no son las mismas que las de antes. No había ni la misma alimentación, ni los mismos bañadores, ni nada", justifica sobre su admiración por Spitz.

Por cierto, se muestra convencida de que, en adelante, no habrá nadadores que rindan como los dos citados en varias pruebas, pues puede que se haya llegado al "límite". Es decir, que surgirán especialistas como ocurre en el atletismo para distancias concretas. Y sabe de qué habla.

Conocedora a la perfección de un deporte "muy completo, pero también muy sacrificado", Fátima Padrón relaciona los pocos éxitos españoles en la natación masculina durante las últimas olimpiadas -contrastan con los femeninos-, precisamente, con el sacrificio. "Cualquier chica rinde el doble que un chico cuando se tira al agua", asegura la entrenadora. "Ellas se sacrifican mucho más".

También tiene palabras para quienes quieren que sus hijos sean campeones "antes de tiempo". "Estamos en la época de apurar mucho a los niños, y hasta los nueve años no deberían empezar una rutina de entrenamientos", advierte. De lo contrario, remarca, el efecto logrado puede ser el contrario: "Cuanto antes empiecen, antes se aburren". Palabra de profesional.

¿Seguirá nadando ahora que tiene más tiempo libre? Sobre ello aún alberga dudas. "Cuando pasas tantos años al borde de la piscina no te quedan ganas", afirma primero. Pero, algo más tarde, aporta una clave de futuro: "A los que tienen cloro en las venas es difícil que se les quite rápido". Y Fátima Padrón es una.