En medio del primer debate de unas jornadas organizadas por la Ciudad de Moscú y AEDES en Venecia, mientras el entorno resplandece bajo el sol de otoño y todo invita a hablar de museos y espacios culturales como motores del progreso social y urbano, tema del Simposium, cuando los expertos están discutiendo sobre los espacios culturales como activadores de los barrios y ciudades donde se sitúan y sobre el poder transformador de los museos y los centros culturales, me viene a la cabeza una vez más el Espacio Cultural El Tanque y me pregunto por qué -como sociedad- no han sido más ambiciosas nuestras expectativas sobre ese espacio cultural que en realidad es, en sí mismo, un discurso y plataforma de la realidad contemporánea de Santa Cruz de Tenerife.

El inadaptado Tanque, e incómodo para algunos, brilla para otros, los que han tenido la oportunidad de entrar en él y disfrutar de alguna de las manifestaciones culturales que en ese bidón, como algunos le llaman todavía despectivamente, de petróleo, transformado en espacio cultural.

Y mientras escucho a Anton Belov (el director de Garage Museum of Contermporay Art de Moscú, y a Dmitry Ozerkov, jefe del Hermitage Museum de St Petersburgo, hablar sobre los museos y centros culturales como activadores urbanos me pregunto qué hemos hecho mal para, después de 20 años de lucha, no haber conseguido la implicación del barrio de Cabo Llanos en el que El Tanque se sitúa. Y mientras estamos aquí discutiendo, en la mágica ciudad de Venecia, sobre la relación entre los edificios de los museos y espacios culturales y sus entornos urbanos, sus principales funciones como tales edificios y también los grandes retos en el diseño y mantenimiento de los mismos no puedo dejar de quitarme de la cabeza por qué El Tanque sigue luchando contra la incomprensión. La ultima batalla, que ya se repite año tras año, es la relativa al Festival Keroxen, que a pesar de ser único, sigue cuestionado y sin espacio (horario) para crecer y ofrecer a la ciudad todo su potencial. Sigue siendo visto como problema en lugar de como oportunidad, que es lo que humildemente creo que es.

Creo que el Keroxen merece más atención (y cariño) porque es el festival más multidisciplinar de la ciudad. Un verdadero muestrario de las últimas tendencias artísticas locales, nacionales e internacionales. No solo musicales, sino de arte contemporáneo en nuevos medios, de teatro, de literatura de danza, de arquitectura y de reciclaje. Es único porque no es habitual encontrar festivales con tal diversidad de contenidos.

Es único por su internacionalidad. Es un referente en la cultura canaria indispensable para que una región ultraperiférica como Canarias pueda estar incorporada al lujo creativo innovador actual y gracias a su organización hasta la isla llegan cada año propuestas de Egipto, USA, Japón, Colombia, Inglaterra, Italia o Francia.

Por otra parte es el único festival que "crea" nuevos contenidos artísticos en cada edición: publicaciones, obras de arte, música escrita ex profeso para El Tanque, lámparas, muebles, todo reciclado.

Keroxen es el único festival cultural en España, y probablemente en Europa, que tiene lugar íntegramente en un antiguo tanque de petróleo. El Tanque 69 formó parte de la compleja infraestructura industrial construida en la primera mitad del siglo XX en Santa Cruz de Tenerife, para el almacenamiento y refinado del crudo. Este complejo, que marcó un antes y un después en la historia reciente de Santa Cruz y de la isla de Tenerife, es un ejemplo de recuperación arquitectónica. Único también por su acústica, con la que juegan sus artistas: cualquier sonido que se produzca en el interior de El Tanque se verá siempre multiplicado por el eco, alcanzando los 17 segundos de reverberación, en una oscuridad casi absoluta, que le asemejan a una catedral, una catedral postmoderna, capaz de propiciar acontecimientos culturales no convencionales, con efectos inimitables en ningún otro lugar.