En su próxima visita a Tenerife le toca interpretar a Juana de Castilla, hija de los Reyes Católicos, esposa de Felipe de Habsburgo y reina de Castilla. Concha Velasco (1939) regresa al teatro Guimerá con un texto de Ernesto Caballero que está pensado en clave de monólogo, un cara a cara con el público en el que la actriz vallisoletana dará cuenta -el 30 de septiembre y el 1 de octubre- de la última noche de un personaje histórico arrasado por una soledad descarnada. "Es un papel que te atrapa", sostiene una profesional de la escena que acumula más de seis décadas de vivencias cinematográticas, musicales, teatrales, televisivas...

¿Cómo es "Reina Juana"?

Es un espectáculo grande, virtual y que personalmente creo que está mal anunciado porque en este país existe una tendencia a hacer carteles antes de empezar los ensayos y saber exactamente lo que nos vamos a encontrar. El cartel es precioso, pero no se corresponde con una realidad escénica que muestra a través de unas hermosas proyecciones a los personajes que aparecen en la última noche de la reina Juana de Castilla, porque nunca dejó de ser reina... A partir de esa confesión con Francisco de Borja, que era bisnieto de Fernando el Católico, los espectadores van a saber un poco más de la historia oscura, o la mala historia, de este país llamado España.

Una obra con un plus pedagógico importante, ¿no?

Esta pobre Juana, mal llamada loca, a la que casi todos conocemos porque cuentan que estaba muy enamorada de Felipe "el Hermoso", resulta que ni estaba loca y tampoco estaba perdidamente enamorada de Felipe I de Castilla... Más bien transmitía un sentimiento de rencor hacia él que se alivió con el perdón que le dio en el instante en el que él se dio cuenta de que había sido envenenado. Porque lo que contamos en "Reina Juana" es que Felipe I no murió de una pulmonía. Un chico de 28 años, acostumbrado a todo, no se muere por un vaso de agua. Está más que demostrado que Fernando el Católico lo envenenó con arsénico puro y duro... ¡Al menos eso es lo que dice Juana! Sí. El teatro, el buen teatro, te ayuda a tener otra perspectiva de la historia.

Representar un rol teatral tan potente como este debe ser algo muy deseado.

No sé si alguien lo puede desear más o menos que yo... No creo que se lo hubieran ofrecido a nadie antes que a mí. Tras hacer "Hécuba", que ha sido un proyecto muy importante en mi carrera de actriz, yo creí que a mis manos no iba a llegar nunca más un texto que me enamorara tanto... Esa anciana vengativa de Troya fue uno de los papeles de mi vida. "Olivia y Eugenia" también fue una experiencia inolvidable porque tuve que trabajar con dos chicos Down y el texto de Herbert Morote era fantástico. Ya no esperaba algo así, pero apareció "Reina Juana" y lo dejé todo: yo tenía contrato con Focus y les pedí, como los futbolistas, que me liberaran de ese acuerdo, porque quería hacer esta gran obra.

¿Un papel de esta magnitud justifica el carácter "incombustible" de una actriz que ha experimentado cientos de experiencias en el mundo de las artes escénicas?

Es que no existe ninguna necesidad de dejar de ser incombustible. ¿Usted le haría esa pregunta a Robert de Niro, a Pepe Sacristán, a Lola Herrera a Núria Espert?

Por la enorme experiencia que acumulan en sus carreras, sí... También por la gran cantidad de proyectos y reconocimientos que han recibido.

Este es un mundo que está lleno de grandes referentes artísticos...

En cualquier caso, era un elogio a su trayectoria.

Yo soy una señora mayor que hace los personajes que se corresponden con mi edad y, como tengo buena salud y, sobre todo, buena memoria no me planteo nada que tenga que está relacionado con ser más o menos combustible. Decía Ingrid Bergman que para ser feliz había que tener buena salud y mala memoria, pero yo me siento feliz teniendo una buena salud y una buena memoria (ríe)... Sin ellas no podría hacer estos textos.

¿Una actriz de su calado es consciente de todo lo que ha hecho a lo largo de su trayectoria artística?

Mi relación con el mundo del arte es algo vocacional que cultivé desde que era una niña. Primero, cuando era una bailarina de conservatorio de Matrícula de Honor. Eso sirvió para conseguir una beca que me permitió irme a estudiar ballet clásico en Inglaterra, que es algo que hasta el día de hoy solamente hemos logrado tres bailarinas, y convertirme en una especie de Billy Elliot. En casa las cosas no estaban bien y me tuve que volver para empezar a trabajar en pequeños papelitos en el mundo del cine...

¿Sintió la presión de ser una niña prodigio o capacitada para triunfar en este mundo?

Mis maestros, los que tuve en mis inicios como bailarina y los que vinieron más tarde cuando me hice actriz, han sido buenos, pero yo siempre tuve una curiosidad desmedida por seguir aprendiendo... Mi madre no paraba de decirme estudia, estudia, estudia... Aquello era tremendo, pero es que mi padre me sacaba de paseo y llevaba mis notas en su cartera. Cada vez que se cruzaba con una persona conocida él no tenía problemas para enseñárselas. ¡Yo es que soy un poquito Juana! Ella era un poco superdotada, algo más que yo, porque Juana hablaba idiomas, tocaba varios instrumentos y la única diferencia es que ella era una niña un poquito conflictiva. Yo no lo he sido nunca. Ella, sin embargo, exigía continuamente respuestas a sus tutores, a sus confesores, a su círculo más próximo... Por eso la conocían como la "bruja" o la luterana, aunque para profundizar mejor en su historia lo recomendable es darse una vuelta por el Guimerá.

Siendo el teatro el motivo que la trae a Tenerife, su participación en el mundo del cine es igualmente inagotable.

Exactamente 130, películas son 130... Se lo digo porque José Luis López Vázquez, Alfredo Landa y yo somos los actores con más películas de España.

¿Qué ha supuesto entrar y salir en tantas vidas en ese universo de celuloide?

El otro día escuché unas declaraciones de Ángela Molina en el Festival de Cine de San Sebastián que yo suscribo al cien por cien... Es maravilloso ser actriz y vivir otras vidas en el cine, en el teatro o en la televisión. Está conversando con una mujer que aún se siente una niña porque los actores somos como niños a los que nos permiten jugar con otras vidas.

¿El personaje llega a atrapar a la actriz?

En mi caso, sí... En el escenario no soy un disfraz, soy Juana de Castilla. Solo necesito una hora de concentración para meterme en ese papel. Antes de llegar a ese estado me divierto con mi nieto, me peleo con la gente que está cerca de mí o cuento un chiste. A lo mejor es yo comulgo con la misma escuela de Gutiérrez Caba, es decir, que creo que los actores debemos de tener una vida muy corriente que nos permita ir a la compra o experimentar lo que es ser una abuela porque cuando llegan los grandes personajes como Juana te vuelcas en ellos porque estás viviendo algo que no te ha pasado a ti.

¿Hay que creer en el personaje?

Hay profesores que no paran de decir que tienes que ser tú y buscar cosas que te hayan pasado a ti, pero es que a mí no me ha ocurrido nada de lo que le sucedió a esta reina de Castilla. Mis vivencias personales no tienen nada que ver con Juana, con Hécuba, con Santa Teresa o con María Pineda, pero eso no significa que no crea en esos personajes. Si no desligara mi día a día de todos esos papeles ahora mismo estaría ingresada en un manicomio. No. Yo soy una mujer corriente que en un momento dado hace "pumba" y aparece en un escenario representando una obra maravillosa.

¿El cine es una posibilidad que en la actualidad ocupa un segundo plano en su carrera?

El cine es un arte complicado en el que pocos pueden permanecer en él durante muchos años... Mis últimos papeles como protagonista fueron en "Más allá del jardín" o en "París Tombuctú". Ahora tengo que adaptar mi edad a las exigencias de un guion, un director o un rodaje: hacer cine es algo dificilísimo, pero hay unos "clichés" que solo buscan desprestigiarlo.

¿Ese vis a vis con el patio de butacas es energía en estado puro?

Cada día es una representación distinta porque el público cambia, pero no es diferente porque vaya a actuar a Canarias, sino porque en cada representación se crea una comunicación nueva en la que participan el espectáculo, el actor y los espectadores. Esto es mucho más serio. En teatro no hay margen para improvisar; esto no es un número de monólogos. Los que vienen a verte tienen que volver a casa con la sensación de que esa obra es la primera vez que se representa. Con esa idea salgo cada día a un escenario.

¿Buscar esa perfección exige una entrega absoluta?

Ser actriz es lo mejor que le puede ocurrir a una mujer en su vida... Porque puede que a lo largo de su existencia no le ocurra nada interesante y, en cambio, lo que sucede una noche en un teatro sí.

¿Cuando inició esta larga carrera esperaba conseguir tanto reconocimiento?

El éxito o el fracaso son dos experiencias imprevisibles... En ese sentido, yo no soy capaz de ver identificar una conquista tan arrolladora como "Reina Juana" antes de ver la reacción público. Esto no es tan fácil como la canción "Mamá, quiero ser artista", pero los sueños hay que perseguirlos. Lo que ocurre es yo vivo con tanta intensidad este oficio que en ocasiones he sufrido mucho por él: el éxito te puede matar; Hécuba me mandó a un sanatorio cuatro meses.

¿Una mujer tan ligada al mundo de la cultura qué opina del ciclo cultural que vive España?

Yo soy actriz, no una profesional de la cultura y tampoco me agrada regalar titulares. Si opino de política la gente podría pensar que soy una tonta y le aseguro que no lo soy.

las cifras

15 años tenía cuando debutó en el cine con un papel en "Reina mora" (1954). En su filmografía se acumulan 130 películas.

11 discos grabó en su faceta de cantante. "Si la canción Mamá, quiero ser artista la populariza Liza Minnelli en lugar de Concha Velasco la habrían convertido en un éxito mundial", asegura en la entrevista que concedió el jueves a EL DÍA.

10 funciones de "Hécuba" se programaron en Mérida con la asistencia de más 20 mil espectadores, una cifra que supone todo un recórd en la historia del festival.

2012 fue el año en el que ganó un Goya Honorífico. Antes había sido nominada por "Más allá del jardín" (1996) y "Esquilache" (1989). A lo largo de su carrera recibió más de 40 galardones.

40 producciones teatrales y casi cincuenta televisivas completan su currículum.