Cuesta reconocer el acento francés que aún conserva. Más bien poco. Aunque al entrar a su despacho se disipan las dudas: muchos reconocimientos en esta lengua y una bandera de la República. A sus 80 años, Jean Dekany Weber, excónsul honorario de Francia en Tenerife, disfruta de sus nietos y "hace todo lo que puede" por ayudar a su esposa, Mercedes.

Ella es la razón por la que este francés es hoy un chicharrero más. Méritos ha hecho de sobra. La conoció un 23 de septiembre de 1959 durante unas vacaciones que la joven tinerfeña disfrutaba en casa de Conchita, la tía de Dekany. Fue un flechazo.

Se vieron por primera vez a las nueve de la noche de ese día, mientras él estaba en la cocina de su vivienda, y solo tres horas más tarde se comprometieron, nada más y nada menos, que en los Campos Elíseos de París. Allí habían ido a despedir al por aquel entonces joven soldado que hacía el servicio militar en Versalles. "Creo que la culpa de que la sedujera fue el traje bonito militar que llevaba. Si me llega a ver de calle, aún estaríamos solteros", bromea ahora.

Tras 28 meses de servicio militar, 14 en París-Versalles y 14 en Argelia, en los que se escribieron una carta cada día, Dekany viajó a Tenerife en agosto de 1961. Menos de un mes después, el 9 de septiembre, se casó con Mercedes en la iglesia de La Concepción. Así empezó a hacerse chicharrero.

Sus inicios en la Isla no fueron fáciles. Probó como modisto, pues en Francia era diseñador de moda. Y aunque en un principio le fue bien, pues tenía buenos clientes, el hecho de no ser "hombre de negocios" le cerró esta vía. Él lo resume así: "Pagaba mucho a la costurera. Aquí pagaban 600 pesetas; yo pagaba 3.000". Tenerife era diferente a Francia.

Tras este tropiezo inició otra andadura que, esta vez sí, le llevaría al éxito constante: clases particulares de francés. "No lo hice mal porque aprobaban los alumnos", enfatiza. Tanto fue así que por sugerencia de tres alumnas recaló en el colegio La Pureza. Antes tuvo que ir a Madrid y examinarse para obtener el certificado. Este fue solo el inicio. De ahí encadenó un trabajo tras otro: Instituto Superior de Estudios Turísticos de Tenerife, Escuela Universitaria de Magisterio, Seminario Diocesano de La Laguna y la Alianza Francesa de Santa Cruz, entre otros.

Una labor docente que, desde 1983, compaginó con la de cónsul honorario de Francia en Tenerife. El cargo se lo ofrecieron al cerrar el consulado general en las Islas y tardó tres meses en aceptarlo. "Pero no lo lamento", reconoce. Lo dejó en 2006, al cumplir 70 años, edad límite para desempeñarlo. De esa etapa solo tiene buenos e importantes recuerdos. Entre ellos, conseguir, tras 16 años de "esfuerzos" y "fracasos", crear e inaugurar en el año 1999 la Escuela Francesa Jules Verne de Tenerife, con ayuda de Thérèse Tomas, directora de la escuela de Las Palmas, la Mission Laica Francesa y la Consejería de Educación del Ejecutivo regional. "Son 500 alumnos que no le cuestan un duro al Gobierno de Canarias y alivia el problema de la escolaridad en Santa Cruz", recalca Dekany.

Tampoco olvida el hermanamiento que impulsó de Santa Cruz con la ciudad francesa de Niza, hecho que permitió que durante más de diez años el Carnaval de Tenerife participara y triunfara más allá de los Pirineos. O el coloquio internacional sobre los Derechos del Hombre que organizó coincidiendo con el bicenteneario de la Universidad de La Laguna. Una celebración que tuvo el amparo de la UNESCO y que presidió la reina emérita doña Sofía de Grecia y Dinamarca.

Un sinfín de actividades que no solo le han valido el reconocimiento de su país -Caballero de la Legión de Honor, entre otras distinciones-, sino también de la isla que lo acogió hace más de cinco décadas y de la que es Hijo Adoptivo desde 2006.

Y a estos se sumarán otros -hoy recibirá el título de Hijo Adoptivo de Santa Cruz-, porque, aunque jubilado hace una década, sigue recogiendo los frutos de su trabajo y amor por esta tierra. "Mi último viaje será a Santa Lastenia", comenta con una sonrisa, pero dejando clara su intención.

Pero aún le queda cuerda para rato. Sirva un ejemplo: solo una caída le ha impedido dejar de montar en bicicleta. Hasta hace unos años salía de Santa Cruz, iba a Las Teresitas, subía Anaga y bajaba por La Laguna. Lo dicho: Jean Dekany, un tinerfeño más.