Se define como "un soñador, una mezcla de persona que va por la vida buscando la ilusión y sueños que cumplir, pero siempre con los pies en la tierra". Enrique Alfonso, presidente de la Asociación de Bodegueros y Viticultores de Tenerife, defiende la protección de la vid en la Isla, así como el fomento del desarrollo de un modelo vitivinícola basado en el respeto a la tradición y al medio ambiente. Farmacéutico de formación, está vinculado profesionalmente al mundo del vino desde hace aproximadamente 11 años, a pesar de que el olor a mosto le evoca a la familia, la tierra, la ilusión y a recuerdos que forman parte de toda su vida.

¿Le preocupa la merma de cosecha de este año?

Me preocupa, pero hay que ser positivo y buscar un equilibrio entre añadas. Esto hace que nos podamos regular en el mercado, aprovechando excedentes de los años anteriores, o pensar en años futuros, siempre buscando un equilibrio en cantidad y, sobre todo, en calidad de nuestros vinos, que ahí es donde no podemos fallar.

¿Por qué surge la Asociación de Bodegueros y Viticultores de Tenerife?

Esta asociación nace por necesidad del sector, son sus miembros los que impulsan esta entidad para aprender del pasado y encaminar un futuro más coherente, donde estemos más unidos y haya un proyecto más sólido. Es fundamental estar unidos y colaborar con el resto de instituciones que nos apoyan, trabajar mucho la viticultura, buscar la calidad en el campo y unificar criterios y formas de trabajar entre todos los agentes del sector, las denominaciones de origen y buscar objetivos comunes.

¿Es la antesala de la Denominación de Origen Vinos de Tenerife?

Tenerife merece tener la denominación de origen que le corresponde, pues es la principal y más importante isla vitivinícola, no sólo ahora, sino históricamente. Como antesala, esta Asociación de Bodegueros y Viticultores pretende dar un paso adelante en la unión de los diferentes estamentos de los vinos de Tenerife, para que en el futuro tengamos esa representatividad sin perder la singularidad y diferenciación de las denominaciones de origen que ya existen, que además son muy importantes porque ponen en valor esa diferenciación en el mundo.

No es un camino fácil...

No, no es fácil. De hecho, si fuera fácil ya la tendríamos. El propio sector es el que no ha querido que así fuera, por las razones que sean. Estamos en otro momento de la historia. Estamos hablando del mundo del vino, donde Tenerife vive un momento brillante, dulce. Nuestros vinos están en el punto de mira y tenemos que saber aprovechar esa inercia para consolidar un proyecto y centrarlo con una imagen de marca común, como es Tenerife Wine.

La asociación pretende llevar a cabo conferencias, publicaciones, exposiciones...

No solo nos ocupa el trabajo en el campo, que debe ser el inicio de todo buen proyecto de viticultura a largo plazo, sino, por supuesto, la red de transmisión de todas esas ideas, de la historia y de todo lo que se pueda desarrollar. En este sentido tenemos mucho trabajo por hacer. La asociación se acaba de constituir y hay mucho camino por delante y muchas ideas que desarrollar.

El sector se enfrenta constantemente a los retos del mercado...

Los retos del mercado en el mundo del vino siempre son complicados, porque hay mucha competitividad. Sin embargo, nosotros podemos presumir de un caldo de cultivo que hace que tengamos productos absolutamente diferenciados. Tenemos variedades autóctonas que son prefiloxéricas; tenemos clima; tenemos suelo volcánico; tenemos zonas diferenciadas dentro de la Isla -es un continente en miniatura-; tenemos vinos de la luz, vinos del sol, muy honestos, con mucha personalidad, pero que a la vez son frescos, no son pesados. Con lo cual, tenemos todos los ingredientes, junto con la historia, que hace que seamos imbatibles en un mercado exterior. Tenemos que empezar a creer en nosotros mismos, a sacar pecho y a presumir de ello.

¿Le preocupa que la continuidad del sector tenga cada vez más grietas?

Me preocupa y lo que hay que hacer es sellar esas grietas para que el sector se una y seamos lo suficientemente razonables e inteligentes para no permitir que esas grietas sigan abriéndose, es decir, que no vamos a convertir esto en un iceberg que se vaya a la deriva. La idea es que la Isla tenga una representatividad con el Teide por arriba y que los cimientos sean sólidos; esto no se consigue en pocos días, pero es verdad que es un proyecto muy ilusionante y muy bonito donde si todos apostamos por lo mismo tendrá éxito seguro.

Háblenos de los vinos Altos de Trevejos...

(Ríe) Trevejos forma parte de mi vida. Es un proyecto que nace de un sueño y de una visión de reconvertir una finca familiar de 25 hectáreas de viñedos, en los altos de Vilaflor, en los Llanos de Trevejos, donde se ha puesto muchísimo esfuerzo y sacrificio, pero nunca es un sacrificio que duele. El proyecto de Trevejos culminará con una bodega visitable, donde la entrada de la finca estará en pleno acceso al Parque Nacional del Teide, por donde tenemos una afluencia turística impresionante. Somos la isla que más visitantes turísticos recibe y por el Teide pasan 3 millones y medio de personas. Por esa carretera transitan más de dos millones de ellos, por lo tanto, Trevejos pretende convertirse en un proyecto enoturístico de primer nivel.

El proyecto de Enrique Alfonso ha evolucionado desde la pasión a una realidad tangible...

Es un proyecto muy interesante, que está en fase de anteproyecto en el Cabildo de Tenerife, para obtener las licencias pertinentes, y pretende que sea un punto de encuentro con la naturaleza. El paisaje de los Llanos de Trevejos es abrumador entre la naturaleza y el mundo del vino y del turismo, porque no podemos darle la espalda a la realidad. Somos unas islas que vivimos del turismo. Un proyecto que aglutina esas tres patas.

Una bodega con una historia destacada...

La bodega se sitúa en la casa familiar, de arquitectura tradicional canaria, que data de 1800, en el entorno histórico de San Miguel y catalogada Bien de Interés Cultural. Esto le confiere un valor añadido a aportar en este mundo de la viticultura. Los viñedos están situados a 1.300 metros de altura, en el municipio más alto de España y con unas condiciones climáticas muy bondadosas para la vitivinicultura. Plantados de variedades autóctonas y prefiloxéricas.

Los vinos de esa zona de la Isla son vinos distintos. Altos de Trevejos elabora caldos diferentes, que producen sensaciones que solo se consiguen con las cepas cultivadas en estos viñedos, ¿por qué? ¿Cuál es el truco?

Existe una diferenciación interesante porque la climatología y las condiciones afectan al producto final. Un clima extremadamente seco -este año no ha llovido ni un solo día-, con oscilaciones de temperatura muy grandes entre la noche y el día, hablamos de entre 12 y 15 grados de diferencia, y eso permite maduraciones más largas y más interesantes para obtener calidad en los vinos. Suelos volcánicos, muy minerales y mucha insolación. Tenemos una media de ocho horas de sol al día, con lo cual estamos hablando de que probablemente el desierto de Atacama y nosotros seamos los lugares del mundo con mas luminosidad diaria. Son vinos de la luz y del sol. Los secretos que albergan las alturas han influenciado de manera poderosa en nuestros vinos, los pinos y viñedos de Trevejos se funden en una simbiosis de especial relevancia. Aquí la altitud sí importa.

¿Qué espera de los bodegueros que representa y de su proyecto?

De los bodegueros espero sentido común y consenso, pues la unidad hará que todos lleguemos a un buen destino. De los vinos y del proyecto la posibilidad de seguir manteniendo esa ilusión y esa pasión que a día de hoy es necesaria para dedicarse a este mundo.

¿Un deseo?

Que la Denominación de Origen de Tenerife sea una realidad para poder poner en valor lo que todos, de una manera u otra, queremos.