"El repartidor de partes", "el coleguita", "el motivado"... y así hasta 23 tipos de profesores distingue en su último libro el escritor, dramaturgo y también docente Fernando J. López, quien reconoce en una entrevista con Efe que "el humor y la ironía" son ahora más necesarios que nunca entre los educadores.

"Para sobrevivir a lo que está pasando ahora en la educación es necesario el humor y afrontarlo con autocrítica y desde la reivindicación de la dignidad de la educación y del trabajo docente", comenta López. Profesor de Secundaria y Bachillerato en un instituto público madrileño y en un máster universitario, dedica su libro "Dilo en voz alta y nos reímos todos" (Ediciones Martínez Roca) a aquellos que siguen creyendo que "las tizas pueden cambiar el mundo". No olvida en sus páginas ni a profesores ni a alumnos ni padres; "cuanto más unidos estemos, mejor pueden funcionar las aulas", advierte.

Reconoce que existe "una tipología" entre los docentes y que cada profesor puede ser de varios tipos, ya que se puede variar "dependiendo del momento y época del curso".

Hace una clasificación de 23 tipos de docentes: el vidente, el de la bata, el motivado, el TIC, el hábil, el intenso, los del chándal, el nostálgico, el exigente, el cinéfilo, el corrector, el coleguita, el ególatra, el comprometido, el repartidor de partes, el fotocopiador, el lector, el vosotros nunca, el popstar, el voluntario, el policía, el charlas y el siempre así.

López, que fue finalista del premio Nadal por "La edad de la ira", asegura que tiene "debilidad" por el profesor voluntario, que es el que "se encarga prácticamente de todo por su compromiso social".

Y no tiene ninguna empatía por el "vosotros nunca", el docente que "siempre pone pegas y compara todo con el pasado"; "por suerte son una minoría", señala.

En el libro aparece asimismo una tipología de estudiantes (los del chicle, el gracioso, el invisible...), y López cree que el alumno "más difícil" para un profesor es el "desmotivado"; "cuesta mucho encontrar el modo de llevarlo a tu terreno y a veces desespera un poco, aunque tengo más paciencia con los alumnos que con algunos profesores", dice.

Tampoco faltan en la obra temas de actualidad como las pruebas finales o "reválidas" como la que sustituirá a la Selectividad.

"Las pruebas externas solo sirven para detener el ritmo del curso, segregar a los alumnos y no favorecen el desarrollo de sus capacidades", afirma López, que considera que la educación se va a convertir "en un salto de vallas".

"Al final vamos a tener que entrenar a los alumnos y no educarles" y lo que necesitamos son "refuerzos y no obstáculos", añade.

En cuanto a los deberes, opina que los hay "en exceso", al igual que pasa con las actividades extraescolares.