No es la primera vez ni la última (tal y como se desarrollan los acontecimientos) que escribimos sobre la vergonzosa situación de la sanidad en Canarias. Es intolerable el trato que continúan recibiendo las personas que han tenido la mala suerte de convertirse en enfermos y no les queda más remedio que acudir a un hospital público o privado, dependiendo de la capacidad económica de cada cual. No existe una solución estable que calme las comprensibles ansiedades con las que un paciente espera para atravesar las puertas de un centro sanitario donde las bienvenidas están envueltas en batas verdes o blancas. Prácticamente, su vida se pone en manos de estos profesionales, que, no hay que olvidarlo, están sufriendo también las inepcias que les llegan desde los mandamases del Gobierno. Es frecuente que, por ejemplo, destinen a una sola enfermera para que atienda a toda una planta. Es lógico, pues, que se produzcan episodios no deseables cuyos protagonistas apenas tienen algún resuello para tocar el timbre y, transcurrido un tiempo más que suficiente, comprobar la mala cara agotada de la profesional que, a duras penas, pregunta qué es lo que le ocurre al amigo postrado.

Un escenario terrorífico es el que se puede contemplar en las urgencias, tanto en los centros públicos como privados. Aquello de que en los hospitales privados existe una atención diferenciada se terminó. La situación es la misma: hay que recortar donde sea y como sea. Claro que, sin duda, los públicos siguen a la cabeza de estos espectáculos que rebajan al ciudadano a la categoría de número. Pero no hay que soslayar que, casi todos los días, los médicos de este difícil servicio se ven obligados a atender a unas 300 personas. Y esta situación se repite en un entorno que abarca las más dispares enfermedades o lesiones graves. Las estancias aquí pasan de lo real a un mundo traumatizante que se genera en los pasillos donde, sin el más mínimo respeto a la intimidad, hay que sumar el comportamiento de determinados galenos y ayudantes a la hora de emitir un diagnóstico fiable y digno para el paciente y familiares. Mientras, el Gobierno de Canarias se dedica a emitir informaciones absolutamente parciales cuyo único fin es el de trastornar, aún más, a quien ha tenido la desgracia de caer enfermo. Si un profesional de la medicina, como es el eminente neurocirujano Jesús Morera, denuncia esta situación mucho mejor que nosotros, porque sabe del intríngulis y toda la serie de acciones que se llevan a cabo en un centro de salud, así como de las medidas que tenía previstas y maduradas el Ejecutivo canario, forzaron a rectificaciones del presidente Fernando Clavijo, quien, después de la reunión con los gerentes de los hospitales canarios, la responsable de los dineros, Rosa Dávila, y con el citado consejero, la consejería de Sanidad, en manos de los socialistas, recibirá una partida adicional de cinco millones de euros para reducir las listas de espera, aumentar 3.500 cirugías, 15.500 pruebas diagnósticas y 14.000 consultas que podrán atenderse. Es decir, los enfermos canarios se han tropezado con un regalo, una perentoria reivindicación, una demanda que casi queda en el olvido arrastrada por esa moda económica impuesta por Rajoy y Europa, y que, por una primera desobediencia de un médico, el consejero de Sanidad, a lo que se pretendía recortar desde el Gobierno canario (pésimas cuentas del Sr. Clavijo y la Sra. Dávila), se transformó en una positiva rectificación (no se deben llegar a estas rectificaciones), que inyectará más fondos para el servicio sanitario cubriendo las asistencias citadas hasta... Se desconoce su extensión en el tiempo. El control del gasto impuesto por el Estado, con un Gobierno central inexistente, provocó la tensión en el pacto canario, que, siguiendo el increíble y vergonzoso episodio nacional, se ha roto (a la espera de la reunión que tendrán los socialistas obreros canarios en el consejo regional del próximo sábado). Los gerentes habían anunciado que no se cubrirían ni las bajas laborales ni las jubilaciones, dejando a los centros tal y como relatamos al comienzo de estas líneas. El presidente manifestó que nunca había buscado culpables, sino soluciones a los 142 millones de desajustes previstos. Positiva es la compra de productos farmacéuticos de forma centralizada. Menos dispersión crematística.

En fin, la postura de un profesional propició correcciones necesarias para la ciudadanía enferma. Una de las causas que han podido conducir a la indeseable situación radica en que los gerentes de los hospitales son los mismos que estaban con el Gobierno anterior.