El director grancanario Mateo Gil confiesa que "el propio miedo a la muerte" fue el motor que le guio en su último filme, "Proyecto Lázaro", cinta de ciencia ficción rodada en Tenerife que se nutre de numerosas referencias como Frankenstein o Lovecraft y que se proyectó ayer en Sitges en la sección competitiva Fantástico.

Gil, guionista habitual de Alejandro Amenábar, volvió a la dirección después de "Blackthorn" con "Proyecto Lázaro", una película que se mueve entre nuestro presente y 2084, futuro en el que un grupo de científicos criogénicos celebran haber conseguido resucitar por primera vez a una persona. El resucitado es Marc Janvis (Tom Hughes), un exitoso diseñador que había decidido congelarse después de conocer que un cáncer le condenaba a morir en el plazo de un año.

Gil escribió el guion como un impulso, aprovechando un verano que no tenía trabajo, y pensando que no se haría nunca la película: "Fueron cosas vomitadas y el motor para escribir era mi propio miedo a la muerte, estaba exorcizando ese sentimiento y escribir me sirvió de terapia, aunque siga estando cagado de miedo como mucha gente", explica.

Considera el director que "Proyecto Lázaro" podría ser "un spin-off de Abre los ojos, porque da respuesta a muchas preguntas que surgían cuando se rodaba esta película". El punto de partida de la historia de "Proyecto Lázaro", revela Gil, fue una noticia que leyó en 2008 en la que se había creado un corazón de rata a partir de un esqueleto fibroso al que se le habían inyectado células madre.

El motor de la historia, añade, también es "el terror que produce la propia vida, pues detrás de muchas historias de terror están la vida como fenómeno físico y el miedo que produce" y "ese algo que no debería estar vivo y sin embargo está". Medio en broma medio en serio proclama: "Los documentales de La 2 del mediodía dan terror, la evolución da mucho miedo y hay seres muy monstruosos en la naturaleza".

Por hablar de una sociedad futura en una película independiente de pequeño presupuesto, admite que los referentes son claros y cita títulos como "Gattaca" (1997), de Andrew Niccol; "Código 46" (2006), de Michael Winterbottom, o "THX 1138", de Georges Lucas. Gil señala que ha visto muchas de ellas y tienen en común que son "películas independientes en las que el foco está concentrado en un concepto, en una idea, pero no en cómo es esa sociedad, porque esto no es Hollywood".