El Tenerife entrará en la décima jornada de Liga, el domingo que viene con la visita del Cádiz al Rodríguez López, más cerca de los puestos de descenso que de los de promoción. La racha de tres puntos sumados de los últimos doce, ha condicionado al equipo en su intento de escalar en la clasificación. Esta tendencia está empezando a sembrar desconcierto entre el tinerfeñismo. Y en el vestuario blanquiazul no se abstraen de la preocupación de los aficionados. Uno de los capitanes del equipo, Aitor Sanz, califica como "normal la intranquilidad que tiene la gente", pero asegura que la "línea de trabajo" del grupo le sigue inspirando confianza.

El centrocampista considera que al Tenerife se le presenta una ocasión ideal para atenuar "el runrún" que percibe alrededor del equipo. La clave consistirá en superar la eliminatoria de Copa de pasado mañana, ante el Valladolid, y luego repetir triunfo en Liga con el Cádiz. "Ahora tenemos un partido muy bonito de Copa, que es una competición diferente. Te pone en alerta máxima y lleva las situaciones a los extremos, porque lo único que te sirve es la victoria. Y si conseguimos ganar y luego tenemos la suerte de estar acertados en casa, cambiará ese runrún que hay alrededor. Pero estoy totalmente tranquilo, porque la marcha del equipo es buena", comentó Aitor a la llegada de los blanquiazules a Los Rodeos en la tarde de ayer, tras completar el viaje de vuelta desde Reus.

Sanz reconoció que el clima de incertidumbre que envuelve al equipo "no es totalmente cómodo" para los futbolistas. "Si dijésemos que no nos influye, estaríamos mintiendo. Pero tenemos que convivir con ello tanto cuando nos va mal como cuando nos va bien. Si las cosas van bien, puede producirse un exceso de euforia que también afecta. Sabemos que la situación no es del todo cómoda, pero tenemos que convivir con ello y tener total confianza en nosotros, porque el momento de juego es bueno y solo faltan los pequeños detalles", explicó Aitor.

El madrileño podrá participar en la cita de Copa, pero no en la de Liga, ya que deberá cumplir una jornada de suspensión por la acumulación de cinco tarjetas amarillas. La última cartulina la recibió en Reus de manera injusta, bajo su punto de vista. "Fue una pena, porque toqué el balón claramente. Pero mi manera de jugar es la de meter el pie e intentar evitar el avance del rival. Si acaban cayendo las tarjetas, debo resignarme y seguir trabajando igual", advirtió.