Tiene once metros de largo, cinco de ancho y cuatro de alto y en el pasado fue una cárcel, la primera de la Isla. Esa es la carta de presentación de una construcción abovedada que se ubica en las dependencias principales del Ayuntamiento de La Laguna, en la zona próxima a la plaza del Adelantado, y sobre la que Fernando Herráiz y Jesús Tremps tienen en marcha una de sus investigaciones, que ya les permite dibujar la historia de este recinto.

Muy vinculados al misterio y de una forma especial a los túneles que recorren el subsuelo lagunero, Herráiz y Tremps presentaron hace tres meses un proyecto al consistorio para realizar un inventario de los pasadizos de la ciudad. En ese estudio, una de las hipótesis que querían corroborar era la vinculación entre un túnel de los alrededores y el edificio en cuestión, sobre el que, a la espera de respuesta, han seguido indagando.

El inmueble empezó a utilizarse como calabozo aproximadamente a mediados del siglo XVII, explica Herráiz, antes de referir un documento de 1779 en el que se ilustra el ambiente del espacio. "Desde el mes de septiembre del año pasado al 1 de mayo de este presente han muerto en el calabozo 22 presos y se hallan presos de limosna 41 hasta este dicho día", se recoge en un texto en el que también se expone que eran los reclusos los que tenían que aportar su comida. "Los que no tenían recursos eran de limosna y los sostenían diversas cofradías y asociaciones pías. La dieta era parca, a base de papas, habas y garbanzas, reservándose la carne para ocasiones especiales", añade.

Hoy convertida en depósito de material informático, la instalación no fue solo cárcel. Su historia es incluso más rica. Sus orígenes están en 1599, cuando se suscribió un contrato para su edificación que Fernando Herráiz califica de "atípico". Y es que aprecia en esa otra documentación una "falta de detalle" que achaca a la búsqueda de "discreción" del Cabildo, que estaba detrás de una actuación que parece haber ido dirigida a polvorín, en una época de "intensa actividad" de la piratería.

"Es posible que el proyecto incluyera la excavación de un túnel que facilitara el trasiego de explosivos, aislándolos de las casas e instalaciones del gobierno", precisa sobre el elemento que acabaría de hacer encajar las piezas. "Tampoco es descartable que se contemplase la utilidad táctica del pasadizo. Uniría el polvorín con el punto donde converge el barranco de Cha Marta con el camino de Santa Cruz, el flanco más expuesto a un ataque. Visto de otra manera, es factible que los planes de salvaguarda de la ciudad incluyesen una línea defensiva que aprovechase el desnivel de dicho barranco", culmina sobre una hipótesis por confirmar.