Existen pocos hechos históricos tan relevantes y trascendentales como el descubrimiento de América; no sólo para España y los españoles, sino para los millones de persona que, repartidas por el mundo, hablan castellano o español. Es algo de lo que sentirse orgullosos. Es algo que forma parte de nuestra historia, con sus claroscuros, por supuesto, pero es una fecha, la del 12 de octubre, que recuerda lo que los españoles del siglo XVI, con sus conocimientos, medios, esfuerzos y procedimientos de aquella época, fueron capaces de llevar a cabo. Ahora, su recuerdo nos une a todos los españoles de bien.

Por ello, es injusto y absurdo que se pretenda juzgar con el esquema moral del siglo XXI aquellos acontecimientos. Sobre todo si quienes pretenden juzgarlos, ridiculizarlos y desnaturalizarlos son unas personas que, desde sus propias atalayas sectarias e ideológicas, pretenden arrojarse el derecho divino de la razón y de la verdad histórica demostrando con sus palabras, gestos y ausencias a los actos conmemorativos, su propia miseria moral e intelectual. Y entre estos personajes que pretenden ofendernos a la mayoría de los españoles se encuentran, como no, los representantes de la izquierda más populista y reaccionaria que, junto con los nacionalistas e independentistas, conforman el enemigo común de España; de hecho, y desde un sentimiento biliar corrosivo, se les ha dado en llamar: "Los odiadores de España".

Esos mismos personajes, que han convertido en reguero de sangre el siglo XX, dicen que "no es más patriota quien más banderas agita sino el que más derechos defiende"; pretendiendo que sigamos pensando que amparan a "la gente", cuando lo que propugnan es la defensa de los derechos colectivos y de los territorios, en vez de defender el derecho individual de las personas; esos mismo protagonistas vienen ahora a darnos clase de derechos humanos y de libertades. Desde luego que en España no cabe un tonto más: está el tonto indigenista, el tonto identitario, cómo no el antimilitarista, el bolivariano y el anticapitalista, el hispanófobo y, reuniéndolos a todos, está el tonto útil que tanto se da en la política española de izquierdas.

España, sí España, descubrió no solo un continente, América, sino prácticamente medio mundo que no se conocía; sí, lo hizo: no sólo lo conquistó, lo evangelizó, lo civilizó y le dio un idioma; sino que, además, les dio la libertad -ya que la mayoría estaban esclavizados-, la educación y el conocimiento. De hecho, fue tal la preocupación por esa cuestión, que en 1542 se publicaron las "Leyes Nuevas", "para la gobernación de las Indias y buen tratamiento y conservación de los indios". Ninguna potencia colonial ha mostrado tal interés por sus súbditos como España. Es más, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, ubicada en la capital de Perú, Lima, fue la primera universidad peruana y está considerada la más antigua de América, al ser la única de las creadas durante el siglo XVI que ha funcionado sin interrupción desde su fundación en 1551 hasta la actualidad. Además les dimos la imprenta, le construimos hospitales, y Carlos I el rey y emperador, a través del Derecho de Gentes -antecedente del Derecho Internacional-, los convirtió de esclavos en súbditos.

Existen, pues, muchos motivos para celebrar el día de la Fiesta Nacional y sentirnos orgullosos de lo que somos, de nuestra historia, de nuestras tradiciones, de nuestros méritos y, cómo no, de nuestras Fuerzas Armadas; las cuales, en dicho acto de celebración nacional, rindieron homenaje a todos los que dieron y siguen dando su vida por España. No hay que olvidar que nosotros, ya en el siglo XVI, conseguimos la unidad política de España, cosa que otros pueblos, tales como Italia o Alemania, no lo consiguieron hasta entrado el siglo XIX. Eso, y mucho más, es lo que nos une y enaltece.

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