Como telón de fondo, los desfiles de cientos de investigados -¡cuántas baladronadas se hacen con el idioma!- y procesados por meter la mano, a veces con guante blanco, en la caja pública que, si bien es única, tiene muchas formas y continentes en nuestra geografía. Y como protagonista circunstancial -la muerte es también un complemento de tiempo- un nonagenario italiano que dijo adiós acompañado del palo y la sonrisa.

A través de seis intensas décadas, un sinnúmero de títulos y su inquebrantable fidelidad de oficio, Dario Fo (1926-2016) fijó las claves de una cultura milenaria y del cinismo paralelo que la despojó de eufemismos y afeites. Ante su imagen bonancible me pregunto cómo habría resuelto estéticamente la ristra de sainetes judiciales que, por razones numéricas y espaciales, localizan las vistas en polígonos industriales.

Desde 1952, con "Poer nano et altre storie" y junto a su compañera Franca Rame, enseñó sus vastas facultades dramáticas -escritor, actor, director- y las reglas de su histrionismo, tan subversivo como inteligente, que recicló el papel de la "Commedia dell´Arte" porque, en el último siglo y en nombre de lo humano y lo divino, se cometieron todas las tropelías e infamias de la historia. "Concentradas y destiladas".

En un centenar de obras teatrales y una veintena de series televisivas de poderosa instigación y extraordinario eco, Darío Fo contó con rigor y humor las peripecias de una nación peculiar que, gracias a las almas provocadoras, lavó sus afrentas en las fuentes públicas. Últimamente aquí no hemos tenido impulsos ni acciones paralelas y, para colmo, nos ha fallado el olfato y la ironía como remedios eficaces o paliativos de los viejos males.

En su último septiembre, asumida la tesis darwiniana -"monos sí, desde luego"- cuestionaba la razón o la culpa "¿por parte de padre o de madre. Y sentenciaba sonriente y palo en ristre, "el final de la izquierda aliada con el poder -Rienzi salvó a Berlusconi de delitos sexuales para no separarlo de sus bases católicas- la conversión de Italia en una especie de polenta, donde todo está mezclado, sin punto de partida ni llegada".