El cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) va íntimamente ligado al concepto de Responsabilidad Social Empresarial (RSE), aunque en realidad es mucho más que eso. A veces se ha malinterpretado lo que debe suponer la RSE, y se ha asociado erróneamente con "devolver a la sociedad parte de lo que la sociedad le ha dado a la empresa". Este concepto debe ser superado, ya que en realidad la empresa y la sociedad en la que se desarrolla son (o deben ser) partes de un todo. Las empresas del siglo XXI (particularmente las pymes) tienen que ser el motor de la transformación social. La RSE debe ser parte intrínseca de la estrategia empresarial, no un departamento aislado creado únicamente para tapar las vergüenzas de una forma de actuar completamente alineada al beneficio cortoplacista donde prima más la satisfacción del accionista que el desarrollo sostenible de nuestro entorno.

Una empresa que reparte el dividendo a los propietarios antes de reflexionar sobre los problemas del entorno en el que opera no cree realmente en la RSE y mucho menos en la posibilidad de tener un mundo mejor en un tiempo futuro. Cuando una empresa verdaderamente integra la RSE en su ADN consigue que cada una de las unidades de negocio crezca de forma sostenible, siendo rentable, al tiempo que genera bienestar en sus grupos de interés (particularmente empleados, clientes y proveedores). Las acciones de labor social se convierten así en el complemento perfecto de una estrategia coherente de RSE, donde los ODS suponen una guía de actuación básica a cuya consecución deberíamos aspirar.

En este sentido, el ODS17, el último -y no por ello menos importante- objetivo planteado por Naciones Unidas, busca promover alianzas estratégicas entre los gobiernos, los sectores público y privado y la sociedad civil. De esta forma podremos alcanzar de forma coordinada el resto de ODS, sobre los que hemos ido reflexionando durante las últimas semanas. Son esas alianzas las que deben poner en valor el trabajo de las pymes en pos de la sostenibilidad. Porque la RSE no es sólo cosa de las llamadas grandes empresas, es algo que no compete a todos los empresarios.

El título de este último artículo (de momento) sobre los ODS, quiere hacer un pequeño guiño a la última iniciativa desarrollada por Cáritas Tenerife, y que fue presentada en la Cámara de Comercio de Santa Cruz de Tenerife el pasado jueves: "Empresas con corazón". Y lo que se vislumbra detrás de esta interesante propuesta no es otra cosa que fomentar y facilitar la colaboración entre las empresas y el tercer sector. Cáritas considera que "la colaboración con el sector empresarial es fundamental para promover una sociedad más justa y solidaria, y fomentar una digna integración de los colectivos excluidos". El objetivo de la iniciativa es establecer vínculos estables con aquellas empresas e instituciones cuya actuación pretenda ir más allá del mero cumplimiento en materia de RSE (lo que mis alumnos llamarían "postureo"). Porque cada empresa sabe qué puede aportar, y ONG cómo Cáritas saben cómo poner en valor esta aportación. En esta línea, Ángel Pérez, coordinador del proyecto, señaló que lo que se pretende es "dar un nuevo enfoque a la relación de las empresas con los más vulnerables".

Para hacernos reflexionar sobre esta cuestión, nos acompañó en el citado acto mi compañero Enrique Lluch, profesor de la Universidad Cardenal Herrera-CEU, para quien es necesario desde esta perspectiva "recuperar la esencia de la empresa, potenciar su función social por encima de la visión reduccionista de la empresa, comunicar y resaltar en los medios de comunicación estas empresas volcadas en la mejora de la sociedad... es una labor necesaria para revalorizar una labor dura, valiente, socialmente responsable y, por desgracia, a veces poco reconocida".

Los ODS sólo se pueden alcanzar con el compromiso coordinado de todos nosotros, y por eso las alianzas estratégicas "con corazón" son la única vía posible. En un mundo cada vez mejor conectado, y haciendo un uso adecuado de las nuevas tecnologías a nuestro alcance, resulta muy sencilla esta tarea. Estas alianzas deben construirse sobre los mismos principios y valores y tener objetivos comunes, aportando cada actor su experiencia y conocimientos para contribuir conjuntamente a la consecución de la nueva agenda de desarrollo.

Como nos recordaba recientemente Ban Ki-moon, "para cumplir con los 17 ODS, necesitamos un cambio en nuestras economías, nuestras sociedades y nuestra relación con el medio ambiente. Necesitamos un crecimiento económico balanceado, inclusivo y sostenible". Pensando de forma global en los problemas del mundo, si de forma coordinada pasamos a la acción en nuestro entorno cercano, de forma local, conseguiremos que la primera ficha de dominó caiga, y a medida que vayan cayendo el resto, estaremos contribuyendo a construir un mundo mejor, para nosotros, y para las generaciones venideras.

*Profesor de Ética de la Universidad Europea de Canarias