Lo que le faltaba a esta región para acabar de complicarnos la vida es otra ridícula guerra de banderas. Algunos ayuntamientos y Cabildos de las Islas habían anunciado su intención de sumarse a los actos del día de la bandera de las siete estrellas, exponiéndola en sus mástiles oficiales. No sólo ayuntamientos de Coalición, que considera la de las siete estrellas verdes como bandera del partido, también del PP, como Güímar, de cuya señora alcaldesa se puede esperar casi de todo y lo contrario. Ante la decisión, explicada por algunos -el alcalde chicharrero, por ejemplo- tirando de argumentos un tanto jesuíticos, como el de que también ha colocado la bandera del orgullo gay, o la de la comunidad gitana, o incluso la bandera polisaria, pues la Delegación del Gobierno en Canarias ha solicitado judicialmente la suspensión cautelar de todos los actos previstos en las corporaciones de las Islas en los que estaba previsto que hoy sábado ondeara la bandera de las siete estrellas verdes para celebrar los 52 años de su primera utilización por Cubillo como bandera de la independencia. Lo curioso es que tanto la bandera de las siete estrellas como la oficial canaria son parientas muy próximas, sendas derivaciones de la enseña que diseñaron en 1961 María del Carmen Sarmiento y los hermanos Jesús y Arturo Cantero, como enseña del Movimiento Canarias Libre. Lo hicieron fusionando los colores de las banderas marítimas de Tenerife y Gran Canaria. Cubillo se apropió de ese diseño y le incorporó las siete estrellas de la bandera del Ateneo lagunero de 1901, tiñéndolas de verde argelino -en origen eran blancas-, para que destacaran sobre el azul.

Pero supongo que esos detalles al señor Hernández Bento le resbalan bastante: a él lo que le interesa es que los tribunales ya le han dado la razón al delegado del Gobierno, igual que el año pasado, cuando el Cabildo conejero se propuso izar la mal llamada tricolor (en realidad tiene cuatro colores) y fue que nones. Hernández Bento ha recordado que la bandera es la del MPAIAC, y que la organización cubillista fue responsable de la muerte de un policía nacional e indirectamente del accidente de Los Rodeos, consecuencia del desvío de un Jumbo que iba a Gran Canaria, ante una amenaza de bomba en el aeropuerto de Gando. Lo que dice Bento es verdad, como también lo es que la de las siete estrellas es ya una bandera asumida por una parte importante de la población de las Islas, además de por unos cuantos sindicatos y partidos que la han adoptado como propia.

Es verdad que las siete estrellas no pueden imponerse, ni sustituir a las bravas la bandera oficial de las Islas, mientras no se decida así en una reforma del Estatuto. Pero en Canarias conviven ambas banderas sin conflicto alguno, mezclándose en fiestas populares, romerías y saraos. Y a veces es mejor no darle a las cosas más importancia de la que tienen, ni recurrir a la Ley. Porque la ley de banderas oficiales es bastante clara y contundente: se refiere a la responsabilidad en que incurran los autores de las infracciones de lo dispuesto en ella, con referencia expresa al artículo 316 del Código de Justicia Militar, aplicado a cualquiera que no cumple con la ley y a "los presidentes, directores o titulares de organismos, instituciones, centros o dependencias y a los representantes legales de partidos políticos, sindicatos, asociaciones o entidades privadas de toda índole" que tras ser requeridos para el cumplimiento de esta ley por la autoridad gubernativa, se pasen el requerimiento por el forro. Por eso Hernández Bento envió una carta a los instituciones advirtiéndoles de su responsabilidad y de las posibles consecuencias.

Personalmente, creo que habría sido mejor no liarla: a veces ponerse bravo cuando no hay un problema acaba creándolo. Ya está Hernández Bento polemizando con Clavijo, y Carlos Alonso pidiendo guerra. Al final, va a ser que nadie le ha hecho jamás tanta propaganda a la tricolor (que no lo es) como el señor delegado. Antes de que él empezara a liarla, nadie había sido obligado a elegir.