Los problemas que padecen los ciudadanos de Tenerife por la actual situación de las carreteras, principalmente en la TF-5 Norte y TF-1 Sur, nos obligan a reflexionar en defensa del interés general de la Isla, porque en la sede de Fepeco, como patronal de la industria de la construcción, recibimos llamadas, visitas y nos envían comentarios al respecto, centrados en los atascos que los usuarios de las vías sufren a diario. Muchas personas sienten la necesidad de ser escuchadas ante la situación de hartazgo e indignación que sufren cuando tienen que dirigirse a sus lugares de trabajo, a centros hospitalarios o para hacer cualquier gestión, tanto en la zona metropolitana como en cualquier otra área urbana. La pérdida de tiempo, así como los perjuicios económicos, son evidentes, pero por encima de todo está la influencia en la estabilidad emocional y de salud sobre las personas. Cuando lo decimos se nos tacha de alarmistas, pero la realidad, que es tozuda, nos manifiesta que ese es precisamente el efecto que todos denuncian con más ahínco. El estrés que provocan estas situaciones agobiantes, el hecho de permanecer en una cola diariamente, origina reacciones psicosomáticas que influyen en el devenir de la actividad diaria, porque aparecen los nervios, el mal humor, el cansancio, la crispación y la falta de concentración y serenidad. Nos dicen los ciudadanos que también se puede ver el vaso medio lleno, porque las colas están sirviendo para hacer de los tinerfeños las personas con la virtud de la paciencia más desarrollada de todo el planeta.

Lo que nos comentan, demandan y denuncian los residentes en la Isla alude al insuficiente mantenimiento de las carreteras, con su peligrosidad añadida; el olvido histórico desde hace décadas en cuanto a la ejecución de las obras de infraestructuras de Tenerife, en relación con las demás islas, por parte de la Consejería de Obras Públicas; la falta de previsión ante la demanda existente, las promesas, elaboración y anuncios de proyectos uno tras otro que no se ejecutan nunca. Reflexiones sobre el particular, a partir de este hecho palmario, hay muchas. Están quienes plantean que no se construyan más carreteras y que se utilicen otros medios como el tranvía o el planificado tren. Potenciar el vehículo compartido, exigir que colegios, Universidad, lugares de trabajo con alta densidad circulatoria tengan un servicio de guaguas específico. Hacer la vía de circunvalación por Los Rodeos para unir las dos autopistas. El exceso de semáforos en Santa Cruz, donde en las horas de mayor tráfico se puede tardar en recorrer un tramo de 150 metros más de 20 minutos. El diseño de las obras por parte de algunos ingenieros y proyectistas, especialistas en crear interminables colas en las carreteras, que están planteadas de tal forma que se crea un efecto embudo en muchos puntos estratégicos. Que el Gobierno de España de una vez por todas financie el cierre del Anillo Insular. Menos coches y reducir el precio del transporte público para incentivarlo, que éste tenga mayor calidad, ordenando y reorganizando los trayectos de las guaguas. Carriles de aceleración y deceleración en las autopistas, prioridad del servicio público en las vías, prohibir a los vehículos pesados, de grandes dimensiones y tonelaje circular a horas punta. Todas ellas, en fin, son algunas de las muchas sugerencias de personas anónimas, con buenas intenciones, cada cual con su opinión , pero todas con un objetivo común: buscar soluciones viables, rápidas y seguras para acabar con las colas.

En Santa Cruz de Tenerife, capital de la Isla, no se puede programar una reunión de trabajo que comience temprano, porque la incertidumbre de llegar a tiempo de las personas que vienen del Norte o del Sur hace inútil cualquier planificación. Vivimos colapsados, con una reducida capacidad de movilidad viaria y por lo tanto con una improvisación permanente, tanto desde el punto de vista personal como económico y social. Lo que está pasando lo refleja y resume muy bien un comentario que nos ha hecho llegar una señora que dice textualmente: "Es indignante y estresante. Terminaremos mentalmente mal. Y no digo nada de los nervios. Soluciones ya". Con dispares soluciones, la sociedad civil está expectante y ansiosa, nunca mejor dicho, y ahora falta que la sociedad política, y más concretamente los que tienen la competencia en carreteras, solucionen el problema y que por fin este calvario deje de serlo. Tenemos que pensar que hay buenas intenciones, pero necesitamos que se materialicen de una vez por todas. Es necesario el consenso con generosidad, pero no de palabra e intenciones, sino como ejercicio práctico y efectivo. Seamos optimistas, todo tiene solución, así que manos a la obra. Entre todos, por favor.

*Presidente de Fepeco