En 1974 se estrenó una película, "Bring me the head of Alfredo García", de Sam Peckinpah, que con el paso de los años se convirtió en un clásico. Un terrateniente mejicano apodado "El jefe", cabreado porque un tal Alfredo García le ha dejado una hija preñada, ofrece una recompensa a quien le traiga su cabeza.

Lo de Javier Abreu no es lo mismo lo mismo. Es difícil que Abreu deje embarazada a la hija de un terrateniente. No le veo interesado en profundizar en el mundo agrario a través de la descendencia de un coburgo. Pero en su actividad política más reciente Javier Abreu ha jodido tanto que es posible que haya dejado preñados de inquina a muchos políticos. Y se ha de añadir, en honor a la verdad, que algunos de ellos están en su mismo partido.

El rumor de esta semana fue que Coalición Canaria habría pedido la cabeza del socialista lagunero. Un rumor que, naturalmente, en cuanto le ha llegado, él mismo se ha encargado de amplificar. A Abreu le divierte una enormidad transformarse en el oscuro objeto del deseo de los nacionalistas. Como se dice ahora: le pone. Aunque es inclasificable, podría decirse que está en el sector crítico de los socialistas canarios. Tiene abierto un expediente disciplinario por pasarse las instrucciones de su partido por ese lugar donde la espalda pierde su honesto nombre. Y desde hace unos meses guardaba un discreto silencio del que han venido a sacarle los últimos acontecimientos

¿Por qué pedirían su cogote? Dentro de las negociaciones del pacto de Gobierno entre CC y PSOE, estaría el cumplimiento del pacto en aquellos municipios donde no existen impedimentos. Por ejemplo, en el Puerto de la Cruz. Pero si los nacionalistas le dan la alcaldía del Puerto al PSOE causarían un sismo con epicentro en La Laguna, la joya de la corona. El PP, cabreado, podría devolvérsela a CC en territorio lagunero. De ahí que los nacionalistas pudieran desear un seguro de vida contra las represalias:"Nosotros les damos el Puerto y ustedes echan a Abreu y nos aseguramos así que ya no haya censura posible". Todo lo anterior, por supuesto, está hecho del material con el que se construyen los cotilleos políticos. Pero en Canarias, al contrario que en el mundo del cine, los guiones más inverosímiles sí pueden acabar por rodarse.

La moción de censura en Granadilla (CC, PP y Ciudadanos) contra González Cejas (PSOE) fue como un chute de gasolina para una parte de los socialistas manifiestamente a disgusto con su dirigencia. Ese grupo, que se plantea como alternativa a Patricia Hernández para controlar el partido en Canarias, celebró con champán la bronca de Clavijo con Jesús Morera por el descontrol del gasto sanitario. Ellos, que opusieron a que los fondos del IGTE se dedicaran a un plan de inversiones, se mean de la risa ahora que algunos consejeros socialistas empiezan a decir lo mismo. Y se frotan las manos pensando en el creciente número de militantes que apoyan su planteamiento de que hay que votar en contra de Rajoy y de un Gobierno del PP, por mucho que perjudique al partido ir a unas terceras elecciones. Prefieren una paliza electoral que apoyar a la derecha. Es preferible honra sin barcos que barcos sin honra, dice Gustavo Matos.

Es un momento dulce para los críticos canarios. Y no se acabará, aunque hoy domingo el comité federal del PSOE decida apoyar la investidura de Rajoy. Al contrario, se verá alimentado por el descontento que esa decisión creará en una parte de las bases.

Cuando los sicarios de "El jefe" inician la búsqueda de Alfredo García no saben que ya está muerto. Al final eso no importa. La cabeza cortada del difunto acaba realizando un tormentoso viaje lleno de violencia y más fiambres. No sé si va a ser el caso de Abreu, porque si alguien le dio por muerto ahora parece muy vivo. Incluso habla de sí mismo como los reyes, en tercera persona (dice Javier Abreu que "la cabeza de Javier Abreu obsesiona a Coalición Canaria").

En realidad, los peores enemigos de Abreu no están fuera de su partido, sino dentro. Tal vez sean ellos los que han corrido el rumor con una torpeza que casi tiene nombre y apellidos. En realidad todo cuelga de las conversaciones para mantener o romper el pacto en Canarias. Siguen atascadas. Hoy peor que ayer y mejor que mañana. Llevados por su disgusto y para ser más papistas que el papa -más radicales que el sector crítico- el aparato dirigente del PSOE elevó tanto el listón de su indignación que ahora es difícil aterrizar en el acuerdo. Se dijeron tantas cosas que no pueden salir de la mesa de negociaciones sin una cabellera colgando del cinto. Muy mal deben estar las negociaciones para los socialistas cuando la única cabellera que están considerando es la de uno de los suyos.