En las aulas y fuera de ellas. El suspenso a las reválidas y a toda la Lomce fue académico y social: siete de cada diez estudiantes canarios no asistieron a clase y jóvenes, adolescentes y padres salieron juntos a las calles para corear las consignas de siempre - "el hijo del obrero, a la universidad"- y otras más nuevas - "no a las reválidas franquistas" y "más becas, menos hipotecas"-. La ley, que empezó con el ministro José Ignacio Wert y ha continuado con Méndez de Vigo, terminará de implantarse este curso, pero sigue sin convencer a casi nadie. Ni siquiera tras la teórica rectificación del Gobierno -mejorar la ponderación de la prueba de Bachillerato-, que la comunidad educativa considera más que insuficiente. El no a la Lomce ya parece inamovible.

Al menos eso es lo que quisieron dejar claro las protestas que se sucedieron ayer por numerosos puntos de España. La convocatoria inicial, a cargo del Sindicato de Estudiantes, prendió por todas las comunidades sin mucho esfuerzo. En Canarias fue secundada por adolescentes y universitarios, aunque el mal tiempo obligó a suspender protestas en algunas islas. En la Universidad de La Laguna, además de faltar masivamente a clase, alrededor de 500 alumnos respondieron a los llamamientos de la Asamblea por el Movimiento Estudiantil Canario y la Asociación Canaria de Estudiantes y se concentraron a media mañana en las escaleras del Edificio Central. Tras leer un manifiesto y exigir que "la educación esté al servicio de la sociedad y no de sociedades anónimas", la comitiva decidió partir hacia el Rectorado. Su objetivo era exponer sus quejas al rector Antonio Martinón. No solo las referentes a la ley, que son de ámbito nacional, sino también otras que tienen que ver con el funcionamiento del centro. El rector no estaba en su despacho y al final, después de reclamar "el fin del elitismo" en la educación mientras recorrían las instalaciones, siguieron hacia el campus de Guajara. Sus compañeros más jóvenes, los de Secundaria, también cumplieron con su deber horas más tarde. Entre 500 y 600 personas se dieron cita en la plaza Weyler, en Santa Cruz, a las seis de la tarde en una de las convocatorias más juveniles de los últimos años: había cerca de 350 menores. El grupo inició la marcha hacia la plaza del Príncipe poco después, pero antes hizo escala en la Subdelegación del Gobierno. "Ellos son los que nos roban la educación", gritaron con fuerza.

Aunque los sindicatos docentes no convocaron huelga, sus representantes acudieron a la cita para apoyar a los alumnos. Muchas de las organizaciones no descartaron más movilizaciones en el futuro esta vez para exigir la recuperación de derechos laborales perdidos con la crisis. Los padres, a través de Fitapa, también estuvieron presentes. El sentimiento unánime era que la huelga había funcionado. Pablo Arozamena, de la Coordinadora de Estudiantes, destacó que aunque en algunos institutos "ha sido difícil ir a la huelga", el seguimiento "ha sido masivo" e incluso se ha sentido en colegios. Y eso, dijo, es todo un éxito.