Mientras en el Congreso se prepara todo para que unas horas después de que este periódico esté en la calle se produzca la coronación presidencial de Mariano Rajoy, unas declaraciones publicadas ayer, atribuidas a José Miguel Pérez y desmentidas posteriormente por él, han disparado la tensión acumulada estas últimas semanas en el entorno del pacto. Pérez ha asegurado que ni siquiera habló con los periodistas que firman la información, y se ha mantenido en el discurso del PSOE: están a la espera de que Coalición conteste a sus peticiones, y tomarán una decisión final en las reuniones de su ejecutiva y su comité regional, que habrían de celebrarse la próxima semana, tras vencer la fecha límite del 31 de octubre.

Es difícil saber si al final serán los socialistas los que tomen esa decisión. No es improbable que en los días inmediatos -de aquí al próximo martes- se produzca la destitución de los consejeros socialistas en el Gobierno y se haga inviable cualquier entendimiento futuro entre Coalición y el PSOE. Vivimos desde hace más de un mes una situación absolutamente anómala, en la que los socialistas, tras la afrenta de Granadilla, anunciaron que el pacto estaba roto, pero decidieron mantener a sus consejeros en el Ejecutivo. Ése es el pecado original de esta sorprendente crisis en la que nada -ni siquiera lo que aparece negro sobre blanco en los titulares de los medios- es lo que parece. Pero lo más sorprendente es la machaconería con la que tanto desde el PSOE como desde Coalición se sigue diciendo que éste es el mejor pacto posible, mientras se coqueta con otras opciones. ¿El mejor pacto posible? ¿Y entonces porqué nadie lo defiende?

Quizá sea porque este pacto está ya roto, aunque unos y otros actúen como si lo hubieran olvidado. Lo que se decide ahora es si se quiere zurcir el descosido o si hay que empezar ya a ensayar otras fórmulas. Los titulares que Pérez le ha dado a los partidarios de un entendimiento entre Coalición y el PP, no contribuyen a avanzar en la dirección de recomponer el "mejor pacto posible". Lo que hacen es quemar etapas y precipitar acontecimientos.

Si en Coalición y el PSOE siguen pensando que esta es la mejor opción para gobernar Canarias, la única fórmula de mantenerla es celebrar un último encuentro al máximo nivel, en el que participen los principales actores de este singular psicodrama: Clavijo, Barragán y Ruano por parte nacionalista y Pérez, Patricia y Spínola por parte del PSOE. Sólo ellos pueden desatascar la situación, si es que aún es posible recuperar la confianza rota. Sólo la acción combinada de todos ellos en sus partidos puede hacer que prospere una reedición del pacto. Y si no se puede, si no hay capacidad, voluntad o recursos para salvar el mejor pacto posible, entonces Clavijo debe oficializar ya la ruptura que el PSOE anunció hace un mes, cesar a los socialistas y buscarse otros socios para gobernar. Por supuesto que a partir de ese momento el PSOE queda liberado de sus compromisos con Coalición y puede y debe intentar lo mismo. A veces lo mejor no es posible y se convierte en enemigo de lo bueno.

Resuelto el bloqueo institucional en Madrid, Canarias tiene que aprobar sus propios presupuestos y comenzar a recuperar un año perdido. Con un Gobierno roto, aunque sea el del mejor pacto, es difícil que nada camine en la dirección correcta.