Cada año mueren en Canarias más de 12.000 personas y prácticamente todas lo hacen en hospitales. La muerte está institucionalizada, reducida a un proceso biológico en el que se evita pensar. Pero, ¿y si hubiera otras formas de entender y afrontar la muerte de manera profesional y personal? ¿Y si existiesen otras formas de morir y de afrontar el duelo?

Alfonso García, profesor de la Universidad de La Laguna (ULL), puso en marcha el primer máster sobre cuidados al final de la vida en 2002. Su experiencia le había demostrado que había otras vías más terapéuticas de enfrentarse al final del camino. Entonces esos estudios eran novedosos, pero hoy, catorce años después, siguen siendo excepcionales. El título trata la muerte desde un punto de vista multidisciplinar que va mucho más allá de lo que se entiende como cuidados paliativos.

Estos estudios, "únicos en su especie", incluyen formación sobre pérdida y duelo, psicología, religiones o los aspectos éticos y jurídicos, pero también contenidos sobre la muerte en la literatura, la historia o la música. A pesar de que no existe formación que aborde la muerte desde tantas ópticas distintas, el máster es un gran desconocido dentro de la institución lagunera. Cada año se matricula una media de 15 alumnos, casi siempre extranjeros, que logran que el máster se reedite. El perfil del estudiante es de Ciencias de la Salud -ahora también psicólogos y trabajadores sociales-, pero también personas que se dedican a otra disciplina, pero que están interesadas en el tema de la muerte. La explicación de que haya pocos alumnos españoles es que en Europa quienes ejercen los cuidados al final de la vida son los médicos, y el título propio capacita pero no "profesionaliza".

Desde el año 2004 el título se imparte de forma semipresencial: se prolonga durante casi año y medio que culmina con un mes de talleres presenciales en el que expertos nacionales e internacionales se dan cita en La Laguna. Robert Neimeyer, Pilar Barreto, Olga Herrero o María Jesús del Olmo son algunos de los docentes que llevan a la práctica, con los alumnos, todo lo enseñado durante el curso. Además, García ha fichado a prestigiosos docentes de la ULL, como el profesor de Historia de las Religiones Francisco Díez de Velasco.

El interés de García por las formas de afrontar el duelo empezó hace muchos años. El docente, que además ejerció muchos años como enfermero, siempre se interesó por estos temas. En los años 90 fundó la Asociación Española de Tanatología, que hoy tiene carácter internacional y de la que sigue siendo presidente. Hizo su tesis sobre la pérdida de hijos y desde 2007 hasta el año pasado ha trabajado en las Islas con grupos de pérdida y duelo de padres. "Es un área importante en Canarias", advierte.

También lo ha hecho en México, país con el que está en contacto constante. Ha trabajado con grupos de duelo en Sinaloa, donde se han producido desapariciones traumáticas. Lamenta que en las universidades se eluda este tema y muchas carreras sanitarias no hayan incluido en sus currículos académicos materias relacionadas con la muerte, tal como han recomendado la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el propio Ministerio.

"Las competencias en tratar al final de la vida son de profesionales de la salud, pero no hay especialidad. Normalmente lo asociamos con cuidados paliativos, pero es mucho más que eso", subraya. "Además, deberíamos pensar en algo: el 97% de las personas que fallecen en las Islas lo hace en instituciones, en geriátricos o en hospitales, y el 3% en carreteras o porque sufren un infarto de miocardio". Como ejemplo de que las cosas pueden ser de otra manera, el director del máster cita Costa Rica. "Allí es al revés: casi todo el mundo muere en su casa y solo lo hacen hospitalizados quienes no puedes morir en casa". Hay algo que tiene muy claro: "Hay muchos morires diferentes".

Un título que "cubre un vacío formativo"

En 2016 se cumplen 14 años del inicio de la primera edición presencial del Máster en Cuidados al final de la vida de la Universidad de La Laguna, que comenzó en 2002, y que integra dos grandes bloques confluyentes: "Posibilidad formativa de máximo nivel en el currículum profesional de ese gran vacío formativo en torno a la muerte y el morir humanos" y "Los cuidados al final de la vida y la adecuación de estrategias de enseñanza-aprendizaje necesarias e imprescindibles para la adquisición de formación", explica García.

Más de un centenar de profesionales formados

En estos 14 años se ha profundizado y adecuado el programa, consolidado como un título de referencia mundial que ha capacitado a un centenar de profesionales en el desarrollo de las competencias en torno a los cuidados al final de la vida en unidades hospitalarias, de atención primaria, geriátricas, domiciliarias; en la prestación de asistencia y apoyo al paciente y a la familia y en la capacitación para el trabajo con personas en situación de pérdida y duelo.