El recinto ferial de Tenerife está vestido de gala, cubierto de banderines de papel que dibujan formas para bailar al son del paso de los interesados que atraviesan el arco -hecho a base de ruedas recicladas-, y que da la bienvenida a la magnífica feria del color.

Se nota nerviosismo y no solo de los expositores. La ilusión se ve en los rostros de aquellos que han cuidado todos los detalles. El gerente de la Empresa Insular de Artesanía, Ricardo Cólogan, explica que esas piezas que se observan en el stand de la Toscana son de mármol de Carrara: "cuanto más blanco, más valioso es. A eso hay que sumar el trabajo que lleva tallarlo". Está orgulloso del hermanamiento que existe entre Tenerife y la ciudad de Pietrasanta.

Los presentes empiezan a colocarse cerca del escenario. A los pies, la reina de las Fiestas de Mayo, acompañada de la cuarta dama, perfectamente vestidas por Ubaldo Hernández, quien también dirige la exposición de la Escuela Taller de Artesanía de La Guancha, situada a la entrada. Las veinticuatro banderas que arropan a las personas que suben a la tarima están perfectamente colocadas. Suenan los acordes que regala el timple de Víctor Estático, junto a la guitarra de Marcos del Castillo. "Tenemos que hacer que las cosas sucedan". Son las palabras que usa el vicepresidente del Cabildo de Tenerife, Efraín Medina, antes de dar paso al presidente, Carlos Alonso, encargado de inaugura la IV Feria Tricontinental.

Llega el momento de disfrutar de las propuestas. Por un lado, unos cestos enormes de colores hechos de palma; parecen tibores. El joven senegalés que está junto a ellos asegura que son simples cestas; la realidad es que aquello es maravilloso. Saltando de continente se llega a Guatemala. Una exposición mucho más modesta pero rica en colorido, los algodones están tejidos a mano. De camino a presenciar cómo se hace el cristal de Murano, se observan las joyas de calado contemporáneo propias de las Islas.

El paseo por el mundo incluye delicias gastronómicas: mojos, chocolates, quesos, panes, todo es poco cuando el gusto y el olfato son los que disfrutan. Entre unos y otros se ve cómo las artesanas tinerfeñas intercambian impresiones con otras de mucho más lejos; tal vez aquellas de Venezuela expertas en crochet; quizás con los que llegados de Perú tallan figuras sobre una calabaza de agua, o el iraní que trabaja la marquetería. Al lado, un prestigioso luthier invita a un joyero a la presentación de su libro que será estos días en la feria.

Hasta el día 6, se puede viajar por el mundo sin salir de Tenerife.