Ni peleas, ni realquiler ni tenderetes. José Antonio Morales y Juan Marrero lo reiteran en varias ocasiones como un "mantra" porque, aseguran, "un concejal nos acusó de eso en la última Comisión de Control". Son dos de los 17 hortelanos que en junio de 2013 iniciaron el proceso para cultivar en alguna de las 20 parcelas habilitadas en el huerto urbano de El Sobradillo, ubicado en la calle Juan Dorta Ávila. Conservan las llaves porque "se acabó la concesión y solicitamos renovarla, pero no ha sido posible, entre otras cosas porque el expediente para la gestión ha ido de un lado a otro en el Ayuntamiento de Santa Cruz , de Urbanismo al distrito Suroeste y vuelta. Y en medio, nosotros". Al Consistorio capitalino culpabilizan "por la desidia institucional" del abandono de la instalación desde hace un año y medio.

José Antonio es vecino de la zona mientras a Juan su afición le trajo desde el centro. La concesión se prorrogó un año y venció en 2015. "Cuando mejor estaba, lo cerraron", aseguran.

"Nos dijeron que no era posible renovar, apuntan, pero nos aconsejaron desde el distrito no entregar las llaves ante la opción de seguir y tener que dejar la cosecha (hortalizas, fruta, verduras...) a medias. Entonces lo acondicionamos e incluso hubo "rebrotes verdes", pero nunca se hizo realidad. Desde entonces, hace año y medio, el huerto está "abandonado" y sin mantenimiento se ha convertido "en una selva".

Lo recalcan: "Peleas, en absoluto, tal vez discrepancias entre quienes comparten un espacio. Pequeño, con un braserito que hace años no se utiliza, menos para tenderetes. No tenemos ni llave del fregadero porque la robaron. De molestar a los vecinos, nada. Y realquilar será a ratones y lagartos".

"Aquí no han venido técnicos con la policía -valoran- porque solo estuvo al principio una ingeniera agrónoma por su cuenta". Consideran que el huerto y su entorno "son ahora inseguros. No hay nadie y la placa solar que daba luz se estropeó de entrada".

Así lo ven los últimos del huerto urbano de El Sobradillo.