Cincuenta años no se cumplen todos los días, pero si se logra es por algo. En 1966 los Beatles grababan "Revolver", pero también varias familias de Tenerife se unían para poner en marcha Aspronte. La discapacidad era entonces casi motivo de vergüenza, pero esos padres dieron un paso al frente y decidieron que tenían que luchar por que sus hijos tuvieran la mejor vida posible. La anecdótica coincidencia la recordó ayer su presidente, Juan Antonio Arroyo, con motivo del 50 aniversario de la asociación. La entidad organizó un emotivo acto en el Auditorio para hacer balance y recordar el camino recorrido, pero también para trazar el trayecto que viene.

Arroyo aprovechó el acto, en el que estuvieron presente representantes del Cabildo, el Gobierno y los ayuntamientos de Santa Cruz y La Laguna, para reivindicar el papel de Aspronte y el compromiso de las administraciones en el presente y el futuro de la entidad. Pero lo más importante fue que el encuentro fue la excusa para que usuarios, familias y trabajadores de Aspronte celebraran todo lo que han conseguido. Nadie podía contener la emoción. El presidente no dejó de sonreír durante todo el evento, pero tampoco cientos de familiares que estaban entre el público. Algunos se secaban las lágrimas mientras veían a sus hijos crecer en los vídeos que se proyectaron.

En cerca de dos horas de cumpleaños hubo tiempo para ver cómo era la santacrucera sede de Aspronte cuando nació, pero también para presentar el proyecto que la asociación se ha marcado como prioridad: una rehabilitación profunda del centro de La Salle para adaptar la infraestructura a las nuevas exigencias legislativas y unificar el centro ocupacional, la futura residencia y el colegio en un mismo edificio.

También para que tres invitados pasaran a formar parte honorífica de Aspronte: ONCE y su fundación, Obra Social "la Caixa" y el expresidente de Aspronte Alejandro Quintana. Todos destacaron el "orgullo" que supone contar con el referente de la familia Aspronte en las Islas.

Arroyo acabó su intervención pidiendo apoyo de las administraciones. No para que los chicos tengan una vida lujosa, simplemente para que disfruten de una vida digna. Ellos, recordó, no pueden valerse por sí mismos, necesitan la ayuda de otros. Por eso, el gran reto es garantizar la estabilidad, apuntó.

El delegado de la ONCE en la provincia, Andrés Guillén, sintetizó el sentimiento de muchos en su intervención. En una sociedad moderna la palabra caridad tiene que pasar de moda, dijo. "No queremos beneficiencia, solo justicia", sentenció. Aspiramos a que algún día la discapacidad sea solo una característica, como tener los ojos azules o marrones, concluyó Arroyo.