El alcalde del Puerto de la Cruz, Lope Afonso (CC), y el edil de Urbanismo, Juan Carlos Marrero (CC), divulgaron ayer los resultados del estudio geológico, geotécnico y de riesgos del acantilado de Punta Brava, donde se señala la existencia de cuatro zonas inestables en las que es necesario actuar pronto: el tramo de la calle Pelinor donde se desalojarán seis viviendas en las que residen de forma habitual 11 personas; la zona de El Charconito y la ermita de la Virgen de la Santa Cruz, y dos tramos de la calle Tegueste donde han empezado a formarse cuevas.

La zona de mayor riesgo, en el entorno del mirador de la calle Pelinor, quedará totalmente desalojada antes del viernes 18. Un total de 11 personas tendrán que dejar su vivienda habitual para mudarse a un hogar alternativo, que ya busca el área de Bienestar Social. El compromiso del gobierno local es ayudar a los desalojados a pagar el alquiler de sus viviendas provisionales "hasta que se solucione el problema". Una solución que, con seguridad, tardará varios años en llegar.

Una vez desalojadas las viviendas de los números 29, 31, 32, 34, 36 y 38, el consistorio cerrará al tránsito el recodo afectado de la calle Pelinor.

Marrero hizo un llamamiento a la tranquilidad de los vecinos de las casas cercanas a las desalojadas: "Los técnicos han establecido un perímetro amplio de seguridad y se han evacuado las casas en riesgo. Las que no han sido desalojadas no corren peligro".

Una vez que la zona quede sin residentes y cerrada al tránsito, el consistorio encargará un estudio de alternativas para tratar de solucionar el grave problema que suponen las dos cuevas detectadas bajo la calle y varias viviendas. La más pequeña, de entre 6 y 9 metros de profundidad, unos diez metros de ancho, y unos 3 metros de altura está situada bajo el mirador de la calle. La oquedad mayor tiene entre 12 y 14 metros de fondo, unos 3,5 metros de altura y una boca de 10,5 metros. Está debajo de cuatro viviendas.

En ambos casos, los técnicos han determinado que las cuevas presentan numerosas grietas y fisuras que demuestran su inestabilidad. Prácticamente todos los días del año el mar bate con fuerza en el interior de ambas cuevas. Su difícil acceso (no hay calles para acercar a la zona maquinaria pesada) y la acción del mar complicarán notablemente cualquier actuación.

Con las alternativas técnicas en la mano habrá que elegir e iniciar el proceso de redacción del proyecto. La obra para reconstruir y asegurar solo un tramo de 20 metros de la calle Tegueste costó unos 700.000 euros, y el trabajo pendiente en la calle Pelinor parece mucho más difícil.

Precisamente en la calle Tegueste se han detectado dos cuevas, en proceso de formación, que amenazan la estabilidad de la parte central y final de la vía. En estos dos puntos, el ayuntamiento actuará de inmediato para evitar que se repita un derrumbe como el de mayo de 2015.

El consistorio cortará al tráfico la parte final de la calle Víctor Machado y prohibirá aparcar junto a la ermita de la Virgen de la Santa Cruz, que también quedará precintada. Otra cueva detectada bajo ese punto aconseja una intervención que el Cabildo estudia realizar a través del programa Tenerife y el Mar.

Además, se cerrarán todos los acceso al mar en El Veril, donde se teme por la estabilidad del arco de rocas, y la última escalera que queda en la calle Tegueste.

las claves

Las 11 personas que residen en las viviendas afectadas de la calle Pelinor recibirán ayudas del ayuntamiento para residir en viviendas alternativas mientras se busca una solución al problema de las dos cuevas existentes.

El coste de los trabajos necesarios para asegurar las zonas inestables de Punta Brava aún no se conoce, pero el alcalde y el edil de Urbanismo remarcaron que será "muy elevado". Tampoco hablan de plazos, pero reconocen que la solución definitiva tardará varios mandatos.

Manuel confía en poder volver a su casa

Manuel Hernández es uno de los vecinos que debe abandonar su casa, en el número 34 de la calle Pelinor, antes del próximo viernes 18. Pese al disgusto inicial, se toma de forma positiva la mudanza obligatoria de los cuatro miembros de su familia y agradece al ayuntamiento toda la información y el apoyo prestado: "Nos van a facilitar una vivienda hasta que se solvente todo este problema y la verdad es que no podemos quejarnos".

El resto de su familia se ha mostrado "muy preocupada" en los últimos días y le piden que deje la casa lo antes posible: "Saldré de la casa sin problemas, porque está claro que hagamos lo que hagamos, nos van a sacar sí o sí".

Hernández ya está metiendo en cajas sus pertenencias y espera tener pronto una vivienda alternativa -que busca el ayuntamiento- para poder mudarse.

Este vecino reconoce que su casa "siempre ha vibrado cuando la mar golpea. Se siente el movimiento, pero he nacido en ese terreno y nunca me he preocupado". Lo que sí le preocupa de este desalojo es que su casa "quede bien cerrada para que no entren a robar" y que "cuando todo se solucione, pueda volver".