Radazul se asocia a menudo con la localidad dormitorio, la playa y el puerto. Es esa una imagen que suele tapar lo que ocurre de la autopista hacia arriba, donde sin salir de ese núcleo hay otra vida y otras cosas. La escuela infantil El Rosario es parte de esa realidad menos visible. Allí se viene impartiendo formación para los más pequeños del municipio, fundamentalmente provenientes del área más próxima a la costa, desde hace ya unos años. Tantos como 20, los que cumple hoy.

Una placa en el exterior da el dato: fue el 15 de noviembre de 1996 cuando se inauguraron unas instalaciones que, desde entonces, han pasado por hasta tres grandes etapas: la inicial, de gestión municipal; otra en la que se externalizó el servicio, y una tercera de vuelta al origen, de la que ya han transcurrido unos 13 años. Alicia Ramos las ha conocido las dos. Es la directora del centro desde hace casi tres lustros y, por tanto, testigo de excepción de la historia de esta instalación con una capacidad de 84 plazas.

A juzgar por sus palabras, las circunstancias administrativas son en realidad lo de menos. "Cada una de las personas que trabajamos aquí es distinta, pero hay algo que es sagrado: los niños son lo primero, la prioridad absoluta", afirma. En una mañana de trabajo, lo que se observa dentro es un gran engranaje: las clases, la limpieza o el comedor en el que, destaca Ramos, elaboran a diario la comida y que adaptan a necesidades nutricionales particulares.

Concretamente, la educación que se imparte es de cero a tres años, con un coste que no tienen que pagar en su totalidad la mayoría de los pequeños. "Hay de todo", analiza cuando se le pregunta por las familias y sus perfiles, y antes de referir que percibe a unos padres más involucrados y las características de un trabajo que considera que siempre ha de tener un componente vocacional, el mismo que ve en su equipo, formado, bromea -pero hablando a la vez en serio-, por "once mujeres como once castillos".