Las Fallas estrenan hoy el título de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco con el reto de salvaguardar a perpetuidad una fiesta protagonizada por el fuego, en la que la multitud de sectores artesanos y tradicionales implicados la convierten en motor social, económico y cultural.

El camino de la fiesta grande de Valencia hasta llegar al más alto reconocimiento patrimonial internacional, confirmado hoy en Adis Abeba (Etiopía), no ha sido tan efímero como la vida de sus monumentos sino que ha durado más de cinco años, impulsado por numerosos apoyos aunque también con escollos superados, como las protestas del colectivo antitaurino y de entidades vecinales.

La Unesco valora que la creatividad colectiva de las Fallas, que aúnan en un único engranaje a artistas, música, literatura, indumentaria y pirotecnia, permite salvaguardar artes y oficios tradicionales y defiende su conciliación con los derechos humanos, ya que cualquier colectivo pueden participar en ellas.

Superados todos los escollos y con el título ya de Patrimonio Inmaterial de la Unesco en el bolsillo, Valencia sabe que "ganar el reconocimiento es difícil pero perderlo es muy fácil", como advertía el concejal de Cultura Festiva y presidente de la Junta Central Fallera, Pere Fuset, en una entrevista con EFE.

Ahora empieza el verdadero reto de las Administraciones y la sociedad valenciana para dotar a esta fiesta declarada de Interés Turístico Internacional y a todo lo que la rodea de una protección que la dote de una singularidad y la mayor visibilidad internacional posible, sin perder su sello tradicional.

Valencia lo tiene claro y ya prepara un Plan Estratégico que incluye un estudio de impacto económico, social, turístico y ambiental que permita conocer las entrañas de una fiesta que no es patrimonio exclusivo de los falleros, sino de toda la sociedad valenciana, y ahora de todo el mundo, una fiesta "que gestiona el 10 % y vive el 100 %".

Un estudio de 2008 cifró su impacto económico en 800 millones de euros pero, según Fuset, se hizo "con buena voluntad y pocos medios" y ahora quieren "desentrañar" la fiesta para "conocer sus oportunidades" y poder tomar "las decisiones que la puedan optimizar".

Una fiesta que reúne durante sus cinco días grandes a un millón de turistas, argumenta Fuset, "no debe ser tratada como un problema sino como una oportunidad, y para eso hay que conocerla muy bien".

En su camino para ser Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Unesco, las Fallas han recogido el apoyo de multitud de sectores, instituciones y administraciones y han conseguido que les dediquen una mascletà, uno de los principales iconos falleros, e incluso un pasodoble.

Este reconocimiento mundial quedará indudablemente ligado a la figura de la exalcaldesa de Valencia Rita Barberá, un personaje vinculado a la memoria colectiva del mundo fallero y que falleció de forma inesperada en Madrid hace hoy justo una semana.

Con su decisión de hoy, la Unesco ha dado notas de universalidad a una banda sonora de las Fallas ya de por sí internacional, en la que se combinan ecos de ironía artística y pirotécnica y una amalgama de olores, colores y emociones que, a partir de ahora, vivirán en un indulto eterno.